Con Eros recorrimos la avenida Diagonal tantas veces que, no las puedo ni contar. Es la opción urbana más bonita y cómoda. Toma nota de mis sitios preferidos.
Pasear por la avenida Diagonal es un placer. Es mi preferida porque Eros puede levantar la pata sin dificultad, la mayoría de los árboles que hay en el centro están metidos en huecos profundos y son inalcanzables para los perros de patas cortas. Además, disfruto mirando la arquitectura de sus edificios señoriales —algunos me recuerdan a Buenos Aires—.
Siempre que visitamos Barcelona solemos hospedarnos por el Ensanche y cerca de esta avenida. En Diagonal, aún no he dado con ningún hotel dog friendly que valga la pena. Como somos animales de costumbres, siempre voy por el lado del sol, donde está el elegante Círculo Escuestre (club privado) y la joyería Unión Suiza; dos edificios emblemáticos de la ciudad.
Empezamos el recorrido por la Casa de les Punxes. Después de pasar el ‘Lápiz’ u obelisco, un monumento que no se sabe bien porqué está ahí, entramos en la iglesia. Cruzamos a Farga y compro una caja de marrón glacé; sino hay, los puedes encargar y en un par de días los tienes y te llaman para avisarte (caja de 6 aprox., 15 €). Para un agua con gas o algo más, elijo Domestico Shop. Dejamos a la izquierda la Plaza de Frances Macia y entramos en el Turó Parc. En el centro del parque hay un café con propuesta saludables y mesas localizadas en zonas verdes muy tentadoras. Al salir, si hay una mesa libre, por su aire parisino, me gusta la terraza del Café Turó. Unos metros más arriba, me gusta comprar unos cruasanes en la pastelería Oriol Balaguer de Sarriá (hace los más ricos de España).
La última vez que visité Barcelona me saturó el asunto independentista y el clima que allí reinaba. Salvo que fuera imprescindible —allí viven mi familia y buenos amigos—, decidí no regresar por un tiempo largo.
Texto y fotos: Christian Oliva-Vélez
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