En París, amanecimos en Marais rodeados de amarillo de cadmio. Fuimos tras las huellas de Quasimodo y Hemingway. Qué bien sienta el arte de vivir a la francesa.
Como cada mañana, Eros me regaló alegría y el sol, la luz que bañó nuestra habitación un día de otoño. Qué afortunado, la oxitocina y París me mantuvieron en estado de positividad constante. Desayuné rápido en la suite del Hôtel Dupond-Smith. Casi todo era bio, riquísimo.
Salimos a disfrutar del barrio desperezándose. Una señora limpió las calles con su escoba verde. El sol fue despertando la Place de Voges. Me apeteció otro cruasán, el hotel tiene el más rico de París, y regresé a desayunar otra vez. Me tomé mi tiempo. Leí ‘París era una fiesta’, una recopilación de memorias de Ernest Hemingway vividas en la Ciudad de la Luz (editorial Lumen).
Quasimodo fue abandonado, sentí su presencia en Notre-Dame de París
Qué entusiasmo, paseamos hasta Notre-Dame. Repicaban las campanas en el mítico territorio de Quasimodo. Él fue abandonado al nacer cerca de la catedral de Nuestra Señora de París. Pensando en los más de 100.000 perros y gatos que son abandonados al año en Francia, con este escenario gótico detrás, como trepando a las torres, alcé a mi hijo no humano. Nuestras almas están unificadas. Al igual que el personaje de Víctor Hugo, Eros posee una gran valentía y un corazón noble.
Cruzamos por el puente Sant-Louis y el Louis-Philippe. En la Isla San Luis, para verme mejor —apenas dormí en este viaje—, pasé por el barbero en Les Mauvais Garçons (35€). Solo cogen cita por teléfono (34 rue Saint Louis; +33 1 42 02 49 79).
Los pescadores de Hemingway
Bajamos al Quai de la Seine para buscar a los pescadores que entretenían a Hemingway, en los años 20, mientras tomaba su botella de vino; cuando tenía dinero, lo acompañaba de pan con queso o chorizo. Después del Pont Neuf, encontré a un pescador y a una pareja de enamorados. El Pont des Arts estaba impecable —ya no tiene esos símbolos del amor—. Navegando por esta mañana tan entretenida me di cuenta de que se acercaba el próximo plan.
Merci Merci, el concept store de moda en París
Como soy puntual, y más en Francia, un taxi nos llevó hasta el restaurante La Cantine Merci, en Marais (111 boulevard Beaumarchais; + 01 42 77 79 28; 46€). Este restaurante trendy está alojado en Merci Merci, un concep store de moda. Vanessa Paradise estaba justo en la mesa de enfrente. Lo primero que trajeron fue agua para Eros. Pedí la sopa del día, de calabaza (7€), risotto (16€) y vino bio (7 €/copa). Más tarde, el postre lo compré en mi pastelería favorita. Eros se revolcó en las perfumerías, visitamos galerías de arte y nos instalamos en el hotel más chic del distrito 1. Te contaré todos los detalles en la siguiente crónica.
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