Bell-Lloc es un auténtico descubrimiento, el rincón del Ampurdán para vivir la filosofía slow life. Lo disfrutamos de la mano de la agencia Viajes Singulares.
Llegamos a Bell-Lloc con un chofer del hotel Alàbriga. La finca tiene una casa rural, iglesia antigua, ruinas del castillo Vila-Romà y bodega. La propiedad se extiende hasta la costa, donde cosechan varias cepas y olivares ecológicos. Además de Bell-Lloc (8 habitaciones), en la comarca, el Grup Brugarol posee las fincas de Las Heras (palacio rural del 1274), Mas del Vent, Mas Antoniet (5 habitaciones), Mas Salvà y, en la playa, el Hostal La Fosca con su chiringuito (24 habitaciones). Los propietarios (Kurt y Carmen Engelhorn) comparten una ruta enológica incomparable, que resulta una contribución importante a la cultura.
En esta finca ampurdanesa la tierra es la protagonista. Al bajarnos del coche conocí a Paula, la abrace, su energía recorrió todo mi ser. Se trata de una de las esculturas del reconocido y cotizado Jaume Plensa. Al abrir los ojos, me sorprendió una construcción arquitectónica de hierro corten, parecía una escultura que emergía del fondo de la tierra. La obra fue realizada por los arquitectos ganadores del premio más prestigioso del mundo, el Pritzker Architecture Prize 2017. Soterrada en las viñas, construida con chapas de acero reciclado, la bodega fue diseñada por el estudio de arquitectura RCR de Olot. Esta bodega no es como las demás, emociona y mucho (visita y cata: 15 €/persona; +34 972 316 203; fincabell-lloc.com). Como verás, se trata de un destino de naturaleza, gastronomía, vitivinicultura, historia, arte y arquitectura contemporánea sin igual. Bell-Lloc captura todos los sentidos.
En la terraza, contemplando el paisaje, la señora Tánia Torné me preparó una cata de quesos y vinos. El Aceite de Oliva Extra Virgen también es de la casa. En Bell-Lloc se sirve cocina catalana de proximidad. Los caldos son excepcionales, su pureza es notable, la intervención humana es ínfima; solo añaden un poco de anhídrido sulfuroso. Gracias al hotel Alàbriga y a Viajes Singulares descubrí este rincón tan especial, donde se disfruta de la tierra como si el tiempo no corriera deprisa.
Texto y fotos: Christian Oliva-Vélez
Agradecimiento: Viajes Singulares
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