La mejor firma de botas de polo del mundo es argentina y, en su quinta generación, un fondo de inversión catalán la acercará a más hombres del mundo.
Mañana se juega la final del ‘123º Campeonato Argentino Abierto de Polo HSBC’, el acontecimiento de polo más importante del planeta. Aún no he encontrado el momento para ir. Mientras tanto, la semana pasada, invitado por mi amiga Astrid Perkins (agencia Think Argentina), visité Casa Fagliano (1892) en el barrio de Hurlingham. El lugar parece sacado de las páginas de un best seller. A pocos metros del Hurlingham Club y mirando a las vías del tren, en la parada de Rubén Dario, está el local y taller de esta centenaria casa. En el escaparate se puede leer ‘Casa Fagliano, calzados de calidad, botas de polo y militares’.
La tienda favorita de los mejores polistas del mundo
Hasta este pintoresco lugar del mundo acuden polistas como Adolfo Cambiaso, los hermanos Pieres, Hilario Ulloa, el Príncipe Harry de Gales y los Ferragamo, entre otros, para hacerse con sus botas made to measure preferidas, esperan de 6 a 8 meses. Asimismo, hay aficionados como el actor Tommy Lee Jones o mi primo Carlos Galarce, que no tiene 10 de handicap, es estanciero y criador de caballos de polo, las utiliza y le encantan. En cualquier caso, calzando unas Fagliano todos ellos juegan aún mejor. Estos zapateros saben codearse muy bien, tienen como amiga a Jaeger-LeCoultre, otra firma muy vinculada al polo. Para ella, realizaron las correas del ‘Reverso 1931-2011 Tribute edition’.
Al frente del negocio está la familia Fagliano y los acompaña Fifty, un Jack Russel. La firma se desmarca del see it, buy it (“lo veo, lo compro”), que gobierna en la industria de la moda. En este lugar de trabajo dog friendly, huele muy bien. Huele a cuero, no olvidemos que la esencia del cuero está presente en muchos de los perfumes para hombre. Entre máquinas antiguas y hormas, descubro que utilizan Shell Cordovan, la mejor piel para el calzado. Casi embriagado por el aroma, descubrí la nueva colección, que pronto estará en Barcelona para el resto del mundo. Menudo gol. Desde España, un grupo de inversores llevará este sello de lujo argentino a conquistar nuevos mercados. Sin duda, este acontecimiento marca un antes y un después en la trayectoria de la firma.
Tocando y oliendo zapatos, me reencuentro con amigos de toda la vida como María Anchorena y hago otros nuevos. Entre estas paredes, me siento fuera de la jurisdicción del tiempo. Con dedicación, un nieto del señor Rodolfo Fagliano está hidratando un zapato troquelado. A continuación, su abuelo me reveló un secreto. Me trae una caja de pequeños clavos de madera. Antiguamente, cuando aún no se cocía la suela al zapato, utilizaban estas estacas en miniatura traídas de la República Checa para construir el calzado. Estoy ante un maestro, esto me recuerda otra visita que hice, años atrás, en Londres. Allí tuve la suerte de reunirme con John Lobb hijo en su única tienda-taller. Conocí todo su archivo y conversamos de forma animada acerca del zapato. Pensaba que ya lo había visto todo sobre este trabajo pero, Fagliano me sorprendió. Nunca antes había conocido esta pieza tan particular de la historia del zapato. Rodolfo me cuenta que, los hombres de la casa transitan por todos los pasos de creación. Gracias a sus más de cien años de tradición artesana, un saber hacer con calma y a una cuidada atención personalizada, el cliente de Fagliano es fiel a la casa.
La artesanía deviene de en un forma de entender la vida. Casa Fagliano.
Para esta etapa que comienza, Fagliano renueva su legado creando una colección atemporal de calzado y complementos: ¡fabulosa! Tiene clásicos masculinos como el ‘Edward Green Harrow loafer’, el primero lo realizó Wildsmith en los años cuarenta para el rey George VI y fue conocido como el country house shoes (zapato de casa de campo). También ha creado chaquetas de ante para hombre y mujer, en Argentina la piel vuelta es de una calidad incomparable. Mi mirada se clava en un par botas que han cabalgado un poco, son las nuevas de Hilario Ulloa, y tiene puestas las hormas: ¡qué bonitas! El polista las utilizó un poco y, a petición de la casa, las trajo para que la familia pudiera estudiarlas y ver si hay que hacerles alguna rectificación o no. Las hormas me llaman la atención, siempre me han fascinado y yo las utilizo. Estas son diferentes y están realizadas con bambú, una madera de origen japonés, muy liviana, no se tuerce con la humedad y no se pudre. Su autor me asegura que, es todo un arte darles la forma apropiada para cada bota.
Para acompañar la entrada de los inversores a la familia, como en toda celebración argentina que se precie, no faltó el tradicional asado y las empanadas. Fue servido por camareros uniformados de gauchos, acompañado de ‘Siesta’, un Malbec extraordinario de Ernesto Catena, y limonada. De este modo, transcurrió una tarde muy entretenida: ¡gracias Astrid Perkins! Me he quedado con las ganas de probarme los country house shoes de Fagliano. Los apuntaré en la carta para los Reyes y esperaré. Sin más, mañana iré al Abierto para ver las botas en acción desde el espacio ‘Skybox de Stella Artois’, la cerveza que hay que beber en Argentina.
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