Para celebrar esta fecha tan especial, el hotel Ritz Mandarin Oriental nos ha invitado a pasarlo con ellos. Con vistas al Museo del Prado, descansé, escribí y con Eros, mi hijo adoptivo no humano, descubrí las direcciones más auténticas de Huertas, del barrio de las Letras y del Retiro.
En la puerta del hotel, Iván nos recibió con su simpatía de siempre. El lujo flota por el aire. En la recepción y en consejería todos nos saludamos con cariño. Recordar y que te recuerden brinda una cálida bienvenida. El tiempo se detiene. Como acostumbro a decir, cada vez que vengo, Eros y yo nos sentimos como en el palacio que no tenemos. Adoro este hotel. Me cautiva. Betty, de recepción, me comunica una sorpresa. Nos tienen preparada una suite junior con orientación suroeste, saben que me gusta mucho el sol (a partir de 475 €). Estamos en el tercer piso. La 315 es de estilo neoclásico y las ventanas dan justo a la puerta Norte del Museo del Prado. Sobre ella, me mira la Odalisca de Ingres y la contemplo sin pudor, Goya también lo hace. La tapicería de terciopelo en azul, los sillones, los detalles dorados, el escritorio y las maderas nobles crean un ambiente masculino. Tengo todo lo que deseo. Escucho el violín de Mozart. Encantado, me encerraría aquí a escribir, a soñar.
Salimos a pasear con Eros por Huertas. Después de pisar frases de Lope de Vega y Cervantes, llegamos a la Bodeguilla Los Rotos. He quedado con Juan Carlos Lasaosa, uno de los dos propietarios de este restaurante tan representativo de la cocina castiza. Desde que inauguró hace ocho años, la puerta está abierta también para los amigos de los perros. Su carta es de lo más tentadora, a partir de 5 € se puede picar una tapa con una caña. Voy a elegir. Molletes (3€), rotos de frutos del mar (9,90 €) y pimiento del padrón (€). El proveedor de los huevos es el mismo que el de Casa Lucio. El café es exquisito, es del Templo del Café. Esta taberna es una visita obligada. De hecho, en enero, Los Rotos ha sido el ganador de la tapa popular durante el evento «GASTROLETRAS 2016». Este galardón fue recibido durante la celebración del IV Centenario de la muerte de Cervantes que realizo el barrio de las Letras y por votación de los clientes que acudieron.
Entre adoquines, ladrillo vista, cerezos y gente variopinta, conocimos a una galga con una pata amputada y a su madre adoptiva. Ellas son Pepa y Denisse Fernández. Me cuenta que Pepa fue atropellada y que la adoptó en Animal Rescue Spain. Eros y ella no paran de jugar. Sin lugar a dudas, Pepa es la perra más feliz del barrio. Continuamos. Entramos a La Fábrica. En esta galería de arte y restaurante descubrí dos tesoros. “For bird´s sake” de Cemera Yesil & María Sturm, una velada historia de amor entre hombres y pájaros en Estambul. La mascota de estos es un pájaro que está encerrado en un maletín de madera troquelado. Tapado con una tela, es cuando el pájaro ofrece su canto más bello. Esta es una pequeña crítica de por qué tapamos la belleza (38€). Por otro lado, está el nuevo número de “Matador”, la revista de culto de Ferrán Adriá (70 €). En ella, veo el primer Pantone, fue creado por el checo Tedeo Haenke, un naturalista bohemio. En el subsuelo, me perdí entre los demás títulos de La Fábrica y los de Taschen, mis libros preferidos de arte. El espacio expone obras de Alejandro Marote (Lafabrica.com).
Después de contemplar las 2.487 variaciones de colores de Haenke, tomé un té orgánico de jengibre en Tekoe tea shop (C/ Huertas 22 tekoe.es). Al llegar a la habitación 315, limpio a Eros con sus toallitas Mientras en la calle una fila de amantes del arte peregrina hacia la exposición de Ingres (hasta el 27/03), como soy fan de los tés, el room service llama a nuestra puerta con el Afternoon tea Ritz (32€). Me sirven cava ecológico. Aprovecho este high tea para brindar por todos los padres de personas no humanas. Con este repertorio, me entretengo hasta que por teléfono me anuncian una visita muy esperada. Convoqué a Fernando Rubio, mi fisioterapeuta y quiropráctico (a partir de 50€/ hora, +34 620 279 212). Eros lo adora. Después de la fiesta de bienvenida, él me trata de forma preventiva. Utilizó uno de mis aceites del Alquimia, son fabulosos. Qué relajado estoy. Todo el mundo debería regalarse una sesión de fisioterapia al menos una vez al mes.
Con Mozart y Beethoven, los dos compositores favoritos de Ingres, me preparé un baño de inmersión con el gel Quercus de la británica Penhaligon’s. Encendí mi vela de Acqua di Parma. Con la imagen de La gran odalisca y con la historia del imperio otomano en la mente, que conocí a través de la lectura de “De parte de la princesa muerta” de Kenize Mourad. Me sumerjo. La luz de la vela, el agua caliente y el vapor me relajan. Sin turbante, rodeado del gran preciosismo de la suite, me meto en mi cama de sábanas de hilo. Con las almohadas creo una nube donde me apoyo para leer “Grecia, viaje de otoño”, la nueva obra de Xavier Moret (Ed. Península). Eros está en el sofá, cierra los ojos y se duerme acurrucado. Él si que es un sultán. Esta experiencia castiza continuará mañana.
Texto: Christian Oliva-Vélez
Fotos: David Suárez
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