El perfumista florentino, creador de fragancias artísticas y exclusivas, me tiene atrapado en el refinamiento de tiempos antiguos.
Salgo de un baño reparador. Presiono el dosificador. Aplico, con moderación, Incensi en mi cuello, detrás de las orejas, nuca, puños, las zonas de pulsación. Una bruma perfumada ha caído sobre el jardín vintage creado por la británica Arthur Sanderson & Sons (Gancedo), me doy cuenta porque Eros se está revolcando a mi lado; esto solo lo hace cuando un olor le fascina y este le enloquece —en caso contrario, estornudaría, eso hacen los perros cuando un olor les desagrada—. Incensi, un valiente experimento floral-frutal, es uno de los clásicos del artesano florentino Lorenzo Villoresi (lorenzovilloresi.it). A petición de sus clientes, desde el antiguo palacio familiar, ubicado en Via de’ Bardi (Florencia), ha decidido revisar sus clásicos y producir cantidades limitadas para sus seguidores; poniéndolos a disposición exclusivamente en algunas tiendas seleccionadas como es BoMonde de Filippo Barbero (calle de Campoamor, 10, Madrid; +34 911 42 98 63; bomonde.es; 100 ml, 110 €). Así se puso en marcha la “Colección Vintage”, Incensi es una de las seis primeras fragancias que la componen.
Enciende el deseo
Como el baño, con su rica composición, Incensi evoca un ritual ancestral. La atmósfera se torna balsámica. Cierro los ojos. Me lleva de viaje por la ruta de las especias. La mirra me recuerda mi primera aventura en Grecia. Santifica. Sus notas frescas de manzana ácida y flor de azahar preservan el verano mediterráneo. De noche, la canela, la mimosa, el incienso y el sándalo deben embrujar; como el erotismo del baño turco de Dominique Ingres. Enciende el deseo. Reservaré alguna nube, de mi nueva eau de toilette, para una noche especial. Como le pasa a Eros, a mí también me vuelve loco.
Las fragancias son mi tesoro y escojo una para cada día u ocasión. Compartiendo la idea de Molière, que reivindica la libertad individual, busco una historia aromática afín a mí persona. Aunque, no me importaría que Alejandro Magno, otro vital como yo, me arrebatara Incensi. En mi caso, aunque no sea un emperador, lucho por el #NoAlAbandono de los perros; en pocos años, como lo hizo el rey de Macedonia, ellos también son grandes conquistadores, pero de corazones, y merecen ser respetados en todo el mundo. Aprobado por Eros, Incensi es un buen aliado para mi misión.
Nadie es capaz de evitar el amor, y nadie es capaz de evitar que su amor se acabe. Molière
En este estado de ensueño, fragante gracias a la creación de color ámbar que atesora el frasco de cristal tallado, intento mejorar mi francés, me gusta leer alguna página de Molière (1622–1673); el dramaturgo más importante de la historia de Francia. Tengo una edición antigua (1728); abro estos libros heredados con mucho cuidado, los huelo y los toco con delicadeza. Molière sigue hablándonos a través de los siglos; como las materias nobles del atelier de Villoresi, que transportan a tiempos antiguos, las suyas expresan belleza y exclusividad.
Me visto para salir a pasear. En esta época, las encinas nos bombardean con bellotas verdes. Huelo mi muñeca derecha, realizo una larga inhalación. El repertorio presente, me atrapa. Miro el horizonte del campo. Qué ganas de conocer al signore Villoresi, de pasear con esta imprenta olfativa por el Ponte Vecchio con Eros, de ver el David —su desnudez simboliza al hombre en armonía con la naturaleza— y de hospedarnos en el Portrait Firenze, el mejor hotel dog friendly de Florencia. Suspiro.
Texto y fotos: Christian Oliva-Vélez
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