Me hablaron de ella en Taschen. El Museo Nacional de Ciencias Naturales la quiere para 2016. Está en Madrid. Sin dudarlo he adquirido obra suya.
En una tarde de verano, escapando del sol de Madrid, me reúno con mi nuevo descubrimiento. Se nota que algo de marchante de arte me queda. Martina Billi es de la Toscana y viaja por Europa con sus animales e híbridos. ¡Me fascina su obra! Ahora que está aquí, me muero de ganas por conocerla. Ver de cerca su trabajo me tiene muy ilusionado.
En pleno barrio de la Latina, después de subir algunos escalones, llego a la guarida de esta «Diana». El primero en saludarme es un gran cocodrilo. En breve respirará y abrirá los ojos. Este es el deseo de la artista, parece que lo creará junto con su pareja, que es arquitecto, hace vídeo mapping y 3D.
El dibujo sobre madera es de lo más original. Después de colocar un tapa poros sobre la superficie, Billi aplica su creatividad con café, bolígrafo, lápiz e indeleble. El bolígrafo surgió de una consecuencia. Buscaba representar la profundidad. Con él obtuvo el claro oscuro que deseaba. A sus dibujos, empezó a añadirle esta tinta en puntos específicos. El resultado, un contraste que le apasiona y ahora lo utiliza en muchas de sus ilustraciones.
En cuanto al soporte, Martina Billi lleva tres años utilizando madera. Me cuenta que, como es un organismo vivo, sus elasticidad no es previsible. La madera cambia de matices, según la reacción de la madera y tiende a oscurecerse. Por supuesto, como buena dibujante, también utiliza papel.
Ahora estoy mirando un conejo, es guapo y me dan ganas de cogerlo entre mis brazos. En frente, hay un lobo. Son todos muy expresivos. Tiernos. Elegantes. Vulnerables. Me devuelven la mirada. Transmiten melancolía. Como creo en la magia del arte, siento que sus animales tomarán vida en cualquier momento. Ese es mi deseo, quizás mi anhelo de un paraíso donde todos los animales son respetados y viven felices como Eros. Repican las campanas de San Francisco de Asís, la iglesia de San Andrés y la de San Pedro el Viejo.
En casa, nunca me siento sola. Martina Billi.
Martina se crió en un entorno natural, ha vivido en varias ciudades de Europa, y siempre siente nostalgia por su amada Toscana. Allí es donde se han formado sus primeras imágenes. Echando de menos el idílico escenario de su infancia, la artista se vuelca en los materiales reciclados, con una vida propia, y dibuja mascotas, animales salvajes y personas corrientes. Sus híbridos, animal y humano, gustan también mucho a sus clientes. El lenguaje corporal me dice que le apasiona, se nota. Sus creaciones son únicas e irrepetibles. Están cargadas de buena energía. Lo que hace se ve que es muy satisfactorio para ella.
Hablando de consumo sostenible, conversamos acerca de otro de sus intereses, el calentamiento global. De hecho, hace todo lo posible por estar al día. Ahora está leyendo a Naomi Klein y cree que una evolución es necesaria, cada vez se aleja más del consumo de carne.
Por otro lado, en su investigación del movimiento, Billi crea yuxtaposiciones y animaciones creando discurso muy interesantes.
Al entrar al estudio, Billi Holiday y un león. Estoy fascinado, este es el mood que me gusta. A la derecha, en una superficie mayor, está una osa con su osezno. Detrás del león, aparece un mono con aureola y hábito comiendo una fruta. Es un Santo, ya lo creo. Por sus ojos entiendo que está feliz. Me he enamorado de esta obra. Después de su exposición, sino se han vendido antes, iré a por ella y, por su puesto, a por el león. No me los puedo quitar de la cabeza.
Martina Billi compra imágenes antiguas en el rastro. Los personajes desconocidos que hay en ellas le resultan una gran fuente de inspiración. Le encanta la asociación de imágenes, juega con ellas. Todas le brindan una cantidad de información que le atraen especialmente. La artista destaca que, en estas fotos antiguas, se aprecia la diversidad. Me muestra que cada uno de los presentes tiene sus propios rasgos. Mirando al pasado en un descolorido blanco y negro, destaca que la individualización se está perdiendo. Es un estudio apasionante para ella. Yo me divertí.
La capacidad creativa de Billi es asombrosa. Es además una especialista en libretas. De hecho, la tesis la hizo de apuntes de viajes o diario de viajes. En estos cuadernos, algunos hechos a mano, suele volcar anécdotas, apuntes, ideas, dibujos y collage asociados a los lugares dónde ha vivido (Amsterdam, Barcelona, Granada). Este recorrido da lugar a una sinceridad y a un respeto con mayúsculas por su trabajo. Al descubrir su archivo de inquietudes, es fácil comprobar que lleva toda la vida dibujando. Le gusta muchísimo y la llena. No hago más que alabarla, ver su trabajo en persona es realmente muy emocionante. La obra de Martina Billi es pura delicadeza y elegancia. Alguna lágrima esta pidiendo salir de mis ojos.
En esta línea del tiempo, que he tenido la suerte de conocer, valoro mucho que continúe trabajando en el mismo estilo. Por tanto, resulta respetuosa con su trabajo. Es un atributo que brinda una seguridad muy importante para la estabilidad de un artista. Este trazo de su joven vida hace que su trabajo sea sincero. Aprecio su solidez. Todo ello refuerza el gran conocimiento que tiene Martina Billi en la materia.
Sus obras me atrapan. He entrado en el mundo de Martina Billi. El tiempo compartido con ella y sus animales me ha emocionado. Como a partir de fotos realiza obras por encargo, le he encargado un dibujo nuestro (a partir de 150 €). Le mandé las imágenes por Whatsup. Pocos días después, aunque durante el proceso Belli habrá perdido la noción del tiempo, nos ha fijado sobre papel. El ritratti está muy bien logrado, tiene presencia, enseña nuestra amistad, nuestra alma: ¡me encanta! Está en casa y encabeza este post. A propósito, es nuestro primer retrato.
Sensibilizado por la obra de Martina Billi, bajo unas escaleras de madera hacia la calle. Me voy feliz por haber descubierto una nueva forma de amar a la naturaleza.
0 comentarios