Al final no me quedé dormido en el jardín. En el post anterior entenderás porqué casi me dejo llevar.
Magdalena, una amiga mía y de Eros, ha venido a buscarnos para ir a tomar algo. Fuimos hasta Cala Blanca, entramos a «Hola Ola», el bar con más encanto de la isla y el único que admite perros. El DJ está poniendo una música buenísima. Es un sitio estupendo para contemplar el atardecer. Recostarme sobre el campo payés y el baño de luz de luna parece que me ha revitalizado. Me pongo a bailar.
Después de un agua templada con zumo de limón, necesito alcalinidad para contrarrestar los excesos de anoche. Paseamos. He quedado con Héctor, de Menorca Trainners (+34 616 895 408, tarifa 25€/h). Acaba de llegar, viene a darme la primera clase entrenamiento. Rodeado de pinos, converso con mi nuevo entrenador. Eros juega con su KONG. Elegí una sesión de gimnástica abdominal hipopresiba, necesito trabajar la musculatura interna. Los ejercicios se hacen en apnea y metiendo la tripa. Me ha dicho que si hago la tabla que me ha ensañado, en dos o tres meses, lograré hacerme con una faja natural. ¡A por ella!
Activado mi cuerpo, nos fuimos con Eros a una pequeña cala en Binisafua. Nadamos mientras un par de niños bucean y unos jóvenes trepan por las rocas. Comprobé así que la experiencia del primer día no había sido nada traumática para Eros, parece que le gusta el mar. En esta zona hay varias casas que me gustan, sobre todo las que miran al mar. Sus buganvillas les dan ese toque mediterráneo idílico.
Por hoy, se acabó el sol y el mar. Quedé a tomar el té con scons y mermelada de moras (típica de Menorca) en la casa de unos amigos en Mahón. Al atardecer, tengo una sesión de yoga con Raquel (+34 628 925 850) en el hotel. Estar en Menorca invita a despertar los sentidos. Las asanas me gustaron y me siento genial. Me tiro en la piscina de San Joan de Binissaida: ¡qué placer! Como cada noche, la cena fue especular, luego nos fuimos a pasear bajo un cielo estrellado. El silencio también está asegurado.
A primera hora ya estábamos en la playa de Binigaus. El acceso con perros está permitido de 19hs a 9hs. Saludamos a unos caballos menorquines que estaban detrás de un muro de piedra seca. Después de un baño en el mar, como ya son las nueve, hicimos una hora y media de senderismo hasta la cala Escorxada. Esta es una de las calas vírgenes más bonitas de la isla. Es imprescindible llevar mucha agua y calzado adecuado ya que el trayecto no es fácil. La disfrutamos hasta que empezó a llegar la gente. Continuamos hasta cala Fustam, es la única donde permiten el acceso a los perros durante todo el día y sin necesidad de llevarlos con correa, siempre y cuando no sean de raza peligrosa. La cala me encanta. Es pequeña pero no hay apenas gente.
De regreso, como ya son las siete de la tarde, disfrutamos en la playa de Binigaus. Eros se encontró con otros perros y yo conocí a varias personas amigas de los perros. Ya que estamos en Santo Tomás, visité el hotel Sol Beach House. Este hotel, del grupo Meliá, solo admite adultos. Me contaron que, debido a la demanda, se harán dog friendly este verano (+34 971 370 050). Es el hotel ideal para hospedarse con perro en Santo Tomás (Es Mingjor Gran). Su alcalde, Pere Moll, es amante de los perros y es el único municipio de la isla donde nuestros mejores amigos de cuatro patas tienen permitido el acceso a las playas.
El señor Moll ha tenido un gesto de los más civilizado y es todo un adelantado en la isla ya que, en otras sociedades más evolucionadas, los perros tienen acceso a las playas. Creo que tan solo es un tema de educación. Si todos se comprometieran a recoger lo que generen de basura, ellos y sus perros, y si colocan dispensadores de bolsas y cubos, algún día podremos visitar otras playas de Menorca. También es cuestión de ampliar el conocimiento sobre los perros y saber que, además de los perros de los payeses, existen muchos otros que son urbanos y conviven con la familia. Además, creo que una playa es como cualquier otro espacio público donde todos podemos convivir en armonía.
No es la primera vez que viajo a Menorca con Eros. Me encanta pero reconozco que es complicado poder disfrutarla con un perro. Creo que es un asunto que las autoridades deberían revisar. Más aún, sabiendo que existen 5,4 millones de mascotas censadas en España (fuente: Anfaac), 26% de la población tiene perro y, en cuanto al consumo que originan, somos el país más emergente del mercado europeo y en el continente se facturan 8,5 billones de euros al año (fuente: Fediaf).
Asimismo, se entiende que los perros que tienen dueño están vacunados y protegidos contra pulgas y garrapatas. No hay que olvidar que, no es más sucio un perro que una persona que no es limpia o que arroja en la arena colillas, envoltorios o demás basura que tarda años en degradarse.
Por otro lado, si el perro es equilibrado no es peligroso para nadie y, si no lo fuera, con un bozal y correa se resuelve el asunto fácilmente. Suponiendo que todos hacemos un uso responsable de las playas, no encuentro la lógica de prohibir el acceso a los perros a todas las playas de la isla. Por lo pronto, desde la playa de Santo Tomás se puede ir por el Camí de Cavalls hasta cala Fustam o bien por mar.
Como dice la consigna de los lugareños, no passis pena (tranquilo, que todo se arregla). Poco a poco, sin prisa aunque sin pausa, confío en que algún día habrá más playas DOG friendly.
Ha sido un día de mucho ejercicio. Desconecto. Disfruto del entorno en la piscina de San Joan de Binissaida con un gin & tonic de Xoriguer, la ginebra menorquina. Al cabo de un rato, estoy pensando en los excitantes planes para la última etapa del viaje. Continuará.
Texto y fotos: Christian Oliva-Vélez
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