Con el sello 500 y versión SUV, emprendemos una nueva aventura. Nos espera el Parque Natural de la Albufera.
Llueve. Dentro del 500X estamos resguardados. Con precaución pero con autoridad, emprendimos la ruta marcada en el navegador. El control de límite de velocidad me fue avisando cada vez que lo rebasaba. Disfruto sin límite. No suelo poner ni siquiera música. El coche es muy silencioso y me gusta oírlo, nos estamos conociendo. Eros va detrás más relajado que yo, parece una esfinge.
Sol. Tierra ocre. Entramos en la Comunidad Valenciana. A pocos kilómetros del Parador, para abrir boca, y en dirección al sur, opto por un camino más auténtico que una carretera. Nos adentramos por un laberinto. El acceso está flanqueado por naranjos. De repente, estamos circulando por un camino que a ambos lados está lleno de agua, es el mayor lago de la Península Ibérica. Paso por zonas de cultivo, son huertas arroceras. Veo barcas, pescadores, aves acuáticas y observadores con sus prismáticos y cámaras de fotos. Si viene un coche en sentido contrario qué haremos. Por lo pronto, seré caballero y precavido. No se cómo haremos para entrar los dos. Ahí viene uno. La calle se estrecha. Me detengo. Este pasó. Hasta que salí del laberinto, me crucé con varios y no hubo ningún drama.
Tenemos dos fuerzas que nos ayudan a vivir: el olvido y la esperanza. Vicente Blasco Ibáñez.
Traspasamos el escenario del libro y de la serie de televisión “Cañas y barro” con el 500X y con los ojos tan abiertos como los focos del nuevo Fiat, su diseño es muy original. Llegamos al Parador de El Saler, es un Naturia (hoteles para disfrutar de la costa o de la naturaleza). Estamos en la Dehesa de El Saler, es el dique natural de la laguna y tiene una gran diversidad botánica. Veo golfistas y un buen ambiente de gente. Después de hacer el check-in, fuimos a conocer nuestra habitación. Tiene todo lo que necesitamos. Es espaciosa, con vistas al mar y a Eros le han preparado el kit de Paradores y Royal Canin. Enseguida se da cuenta que esa cama es para él y me pide agua.
Mientras Eros juega, acomodo todo. En pocos minutos estamos en la playa, el acceso es directo. Eros corre feliz, le encanta la arena. Después de un largo paseo, cambiamos de escenario. A la salida del Parador está el bosque de la Dehesa. Aquí los perros deben ir con correa. Canta el carbonero común, hay bayas de mirto, lentisco (un arbusto muy típico de la zona), erica, jara y pinos.
Eros tiene veinte meses pero yo 42 años y necesito descansar un poco. Al sol, comí una fidebua en la terraza, él me pudo acompañar y le sirvieron agua. Después lo dejé en la habitación y me fui al Spa. Hice unos largos en su piscina climatizada y estiramientos en el hammam. Pedí una cita para hacerme masajes mañana.
Suspendido en el albornoz llego hasta nuestra habitación pero no me derrumbo. Me preparo para la cena con mis cremas de Lab Series. Tengo la carta en mis manos, paso el All i Pebre de anguila y me voy directo a los arroces. Elijo una paella de pescados y mariscos Senyoret (marisco pelado, 18,50€) y un tinto de Bobal Único (Utiel, Requena, 17€). Antes me sirven un vermut artesano y un bombón de foie. Eros me espera.
Bajo un cielo estrellado, con el ruido de las olas de fondo, damos una vuelta por El Saler y regresamos a dormir. Abrí mi cama. Me encantan las sábanas bien almidonadas, blancas y frías. Esta es perfecta para escribir un nuevo sueño. El 500X está protegido en el parking y Eros en su cama. ¿Se subirá conmigo esta noche? Continuaré en el próximo post.
Texto: Christian Oliva-Vélez
Fotos: David Suárez
Fotones! La primera me ha recordado a «Viajero frente a un mar de nubes» de Friedrich. Bravo!
¡Qué gran halago! Muchas gracias.