Primer viaje a la República Checa. Aterrizamos con Czech Airlines en Praga. Nos espera el puente de Carlos, el Castillo, la Ciudad Vieja y la Nueva. Conoceré de cerca a Franz Kafka. Degustaré lo mejor de su cocina. Contemplaré las obras públicas de David Cerný y las escondidas. Navegaremos por el río Moldava. Viajaremos también hasta Kutná Hora donde descubriremos el poder económico del reino de Bohemia.
En honor a Kafka, como él lo hace en su obra “El Castillo”, esta crónica estará numerada. Está compuesta por X partes y, a partir de hoy, se publicarán cada jueves.
La noche está estrellada y tiritan, azules, los astros, a lo lejos. Esta frase la tomé de Pablo Neruda, quién copió el apellido de Jan Neruda. Hoy conoceré el barrio del auténtico Neruda. Pasearemos por el puente de Carlos. Un descapotable nos acercará a Kafka y llevaré a mi boca nuevos sabores.
Llegamos por la noche al Hotel Leonardo. Aunque no sea de lujo, no escribiré ningún verso triste, estoy feliz de estar aquí. Deshago rápido el equipaje, quiero salir ya a descubrir Praga con Eros. Esta noche Praga es mía, no la perderé. Staré Mesto (Ciudad Vieja) y Hradcany (barrio del Castillo) están iluminados y el río Moldava brilla. Gótico por donde se mire. ¡Qué mágico! Pienso en la Madre de Dragones.
Mincovna, el restaurante de moda
Paseando, llegamos al barrio Staré M?sto. Todo es muy pintoresco. Junto a la plaza de la Ciudad Vieja, sin esperar a que regresen los dragones, nos sentamos a probar los fogones de Mincovna. Todo es excelente. Decoración original, buen ambiente y atención, cocina tradicional checa y con la mejor materia prima de la región. Brindo con una Pilsner Urquell, la cerveza más solicitada del país. Al salir, hay nubes jugando con la luz de la luna.
El ocio es el padre de todos los vicios y el premio a todas las virtudes. Franz Kafka.
Primera mañana en la madre de todas las ciudades europeas
Qué ganas de conocer más de “la madre de todas las ciudades europeas”. Me levanto al alba. El sol inunda los arcos del Puente de Carlos (siglo XIV). Unos cisnes sobrevuelan el río Moldava. Me paro. Grabo este instante en mi memoria. Así de bonito fue nuestro primer amanecer en Praha.
Después de desayunar, una réplica de un Ford de 1930, rojo y descapotable, nos lleva a recorrer Praga (40 min, 1.200 czk). Eros causa furor. A nuestro paso, los turistas nos fotografían. La Sinagoga Española, edificios Art Nouveau, la casa donde vivió Kafka (solo queda el portal original) y, en lo que fue el gueto judío, Paríská, la calle más lujosa. En lo alto de la ciudad, pasamos por el palacio de la reina Ana. Bajamos del coche. Eros corrió por el parque de Chotek, el sitio predilecto de Kafka. Él mismo lo definió como el lugar más bello de la ciudad. La última parada fue en la parte más alta del Castillo de Praga, que inspiró a Kafka para crear “El Castillo”, uno de los libros que estoy leyendo del autor más famoso de la República Checa.
Primer brindis con grog
Café nos tentó. Bajo este nombre tan sencillo, un local coqueto. Elijo la tarta de miel, es erotismo. Entro en calor con una taza de grog (un preparado de ron 37,5°, limón, agua caliente y azúcar, 60 coronas). A Eros le traen un bowl con agua. Suenan chansons de grandes como Edit Piaff. A la hora de pedir el café, en toda Praga, acertarás si te limitas al café americano o expreso, indica su tamaño y pide la leche aparte. Brindo por primera vez en checo: na zdraví! Como en la cama después de hacer el amor, se hace difícil marchar. Miro por la ventana. Adoquines y el barrio del Castillo. Abriré mi libro. Voy a dejaros aquí. Me estoy enamorando. El próximo jueves descubriréis más encantos sobre Praga.
Texto: Christian Oliva-Vélez
Fotos: David Suárez
De mayor quiero ser Eros… vaya jeta!