Es el 700 aniversario de Carlos IV, la ciudad le debe mucho al emperador. Visitaremos el gueto judío. En compañía de Eros, disfrutaré del arte contemporáneo. Y navegaremos por el río Moldava.
Siete de la mañana. He soñado que estaba paseando por el Castillo de Praga, mejor no lo cuento que Kafka me puede robar la historia. A pocos pasos del hotel Leonardo, junto al río, dejamos a la izquierda el Café Slavia, Kafka era asiduo, y el Teatro Nacional. Desde el Puente de la Legión, bajamos a la isla de Strelecky ostrov. El parque es impecable, un oasis. Los pájaros cantan. Abrazo un árbol.
Desayuno en el Café La Crème, elijo una tarta recién hecha de cerezas y té de menta, que saboreo hasta llegar a la elegante avenida de París. Hoy daremos una vuelta en barco y no tengo sombrero. En el barrio judío, me hago con uno en Tonak. Elegí una gorra, un modelo típico de la Primera República Checoslovaca y está hecha de papel (25,50€).
Entramos en Preciosa Lighting. Los dependientes se enamoran de Eros. Le colocamos un collar de cristal de Bohemia, no es un Habsburgo pero esta joya lo convierte en un cortesano perruno por unos minutos. Más tarde, junto a la Sinagoga Española y a la iglesia del Espíritu Santo, me encuentro con el monumento a Franz Kafka, lo firma el escultor Jaroslav Róna.
Es una ciudad entre las ciudades, su pasado fue ma?s grande que su presente, pero e?ste es todavi?a lo suficientemente importante. Franz Kafka.
Avenida París y sus secretos
Visito con Eros la exposición de David LaChapelle en DSC Gallery, la mejor galería de arte contemporáneo de la República Checa. En esta provocadora atmósfera conozco a Hana Pelánková, directora de la galería. Me mostró los tesoros ocultos en su despacho. Entre otras, vi obras del renombrado David Cerny. Se acerca la hora de nuestro paseo en barco.
Sinfonías del Moldava
Junto al río Moldava, enfrente de la filarmónica, está la escultura del compositor checo Antonín Dvo?ák, su obra más famosa es “Sinfonía del Nuevo Mundo”. Por curiosidad, me acerco a la taquilla. Esta noche hay un concierto, toca el famoso violinista Pavel Sporcl. Continuamos por la rivera. En una plaza, me fascinó el monumento en memoria de Jan Palach. Eros corre y se restriega sobre una hierba impecable: ¡está feliz!
Debajo de uno de los arcos del puente de Carlos, barcos de madera esperan a los que desean ver Praga desde otra perspectiva. Soy uno de ellos. Antes de subir, ofrecen bebidas y dulces típicos. Estamos navegando por el río Moldava. Eros está en la cubierta muy entretenido mirando cisnes y patos. Nos cruzamos además con varias embarcaciones muy pintorescas. El marinero nos lleva por la Venecia de Praga.
Comimos al sol en la terraza del restaurante Kampa Park (25€). Vive nuestra experiencia, encontrarás más detalles en mi guía. Esta tarde descubriré la Ciudad Nueva, creada por el rey Checo, Carlos IV. No te pierdas el post del próximo jueves.
Texto: Christian Oliva-Vélez
Fotos: David Suárez
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