Menorca es uno de los destinos que más he frecuentado. Años atrás, mi familia tuvo cerca de Mahón una finca espectacular y la disfruté mucho. Como alternativa, entre muros de piedra seca, San Joan de Binissaida brinda una estancia que se acerca a la de tener tu propia finca (+34 971 355 598, AD 143- 352€). Además, es el único de esta categoría que permite hospedarse con perro. Para los que compartimos la vida con uno (pequeño o mediano), en el campo no existe nada mejor en la isla.
En el desayuno encuentro sabores de mi juventud. Son irresistibles las frutas de temporada como las “estivadas” (melón, sandia y tomates), la sobrasada de la casa Ducicela, el queso de Maó (se elabora con leche cruda de vaca y siguiendo los métodos tradicionales), la mermelada de naranjas con romero, los huevos blancos de quica (así se llaman las gallinas menorquinas, son negras y ponen huevos blancos) y la ensaimada de la panadería Es Llunget, aunque prefiero la que hacen en La Balear.
Los amenities son de Gilchrist & Soame, una firma ecológica. Practicar yoga en sus jardines es una delicia. Al atardecer, acertarás con un gin & tonic de Xoriguer en su piscina o en tu propia terraza con vistas al campo payés. Su cocina es estupenda, dirigida y gestionada por el aclamado restaurante Ses Forquilles de Mahón (uno de los mejores restaurantes de la isla). Al salir de la finca, el Camí de Cavalls ofrece 185 kilómetros para ser disfrutados a pie, a caballo y en bicicleta, vistas soñadas y acceso a calas y playas idílicas.
Sin lugar a dudas, la isla de Menorca, declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO, ofrece esto y mucho más. Si tienes barco, sabrás de lo que hablo: ¡no hay nada como Menorca!
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