Saó, lujo auténtico escondido en la comarca del Alto Urgel

Con ganas de aventura, apetito y de tener sueño, en otoño, la vida nos tenía reservado el secreto mejor guardado de los Pirineos catalanes, el hotel Saó, que nos brindó placeres en abundancia.

Pirineos

Con el pequeño Eros en los pirineos.

Preservar la vida rural hoy no es tarea fácil, el payés tiende a desaparecer, y es sin duda el reclamo más in del siglo XXI. En época de setas, estos valores que aprecio tanto me han traído hasta Valles del Valira, en la comarca del Alto Urgell (provincia de Lérida). Tenía además especial interés en vivir con Eros el hotel Saó: una cocina excepcional, un trato correcto, atención personalizada y nuevas experiencias.

Uno de los primeros viajes con Eros a la montaña

Mini Countryman

El coche que alquilé.

No llegamos hasta aquí en autobús —como lo hizo Josep Pla, el verdadero profeta de la dieta mediterránea— sino que alquile un Mini Countryman: ¡me encanta! Nuestro punto de partida fue Lérida. Conduje dos horas por carretera hasta llegar al desvío, solo quedaban 10 km para entrar en Bescarán. Recorro, con mucha ilusión, 15 minutos por un camino serpenteante y de tierra, a 1.350 m de alt. la luz esta tamizada, las sombras crean misterio, los colores son un espectáculo para la vista, se oyen los cencerros de las vacas y el cielo lo surcan los quebrantahuesos.


Bescarán, destino dog friendly perfecto
En este marco incomparable de belleza, antes de llegar, me detuve varias veces en el camino para poder apreciar en detalle todo lo que tenía ante mi, estaba en el reino del silencio, para mi esto es el verdadero lujo. Eros hizo pis, recomiendo hacer esto antes del check-in. Estábamos: ¡solos! Tome fotos con mi iPhone 4S (no utilicé otra cámara durante nuestra estancia).

Ya estábamos dentro de Bescarán, histórica aldea de pizarra que, siglos atrás, formó parte de los dominios de un noble. San Martí es su patrono aunque, como tiene unos 90 habitantes, la iglesia parroquial no celebra actos religiosos y el campanario románico forma parte de un espacio de pastoreo. No me lo creo, esta es la composición que disfrutaremos durante nuestra estancia de cuatro días. Guau.

Al aparcar, nos reciben con alegría. Estamos nada más y nada menos que en el Saó. Es una antigua casa de más de 300 años, en un prado de 1,2 hectáreas, que ha sido reformada completamente y es un hotel de cinco habitaciones. Para mi grata sorpresa, encontré un nivel de calidad alto coronando un paisaje y entorno rural de cuento. Saó es el punto de partida inmejorable para hacer actividades al aire libre y el sitio ideal para disfrutar de su cocina regional, la misma que detalla Josep Pla, pero en versión contemporánea. Inspiración y exhalando, en comunión con el lugar, Saó me proporciona abundante satisfacción (tanta que, aun habiendo pasado tiempo de haber estado, sigo disfrutando del recuerdo).

Hotel Saó

Mi cama.

Los autores de éste rincón hedonista, son Esther y Joaquín. El hotel Saó es la nueva guarida de la paz y para aquellos que no les gusta hospedarse siempre en hoteles. De bienvenida, en la entrada hay una figura de Milú, el fox terrier de pelo duro y blanco de Tintín, junto a bebederos con agua de la montaña que Esther sirvió para Eros.

Aquí los cinco sentidos se potencian. Aunque estamos en un antiguo entorno rural, mi nueva pareja de amigos ha sabido respetarlo ofreciendo todas las comodidades del mundo moderno. En la habitación, Eros tiene comedero y una cama excelente, todo esta muy bien decorado; suelos de cemento pulido, troncos del bosque del lugar como mesas de noche, clásicas lámparas Tolomeo, ropa de cama blanca de Bassols 1790 y amanities naturales griegos de la firma Korres. Estamos en la habitación nº 4, tiene balcón con vistas al valle y al campanario de la iglesia del siglo XI-XII (de estilo lombardo) y ducha con vistas a los Pirineos.

Al ser un hotel boutique y en contacto directo con la naturaleza, el ambiente es muy amigable.  Enseguida hicimos nuevos amigos, se alojaban una pareja encantadora de Barcelona con su perrita, otra pareja con un labrador y también estaba Flavio JL Muñoz Domingo y sus tres perritos, él es un artista multifacético que acaba de abrir The Apartment, un must go para la mujeres en el vecino Principado (45 minutos en coche). Entretenidos, alabamos por igual lo maravilloso que era poder estar aquí con nuestros perros.

Bescarán

Señora de Bescarán con su gallinas.

Por la tarde, durante un paseo por el pueblo conocimos a todas las señoras de Bescarán. No olvidaré sus sonrisas, sentido del humor y amabilidad. La mayoría de ellas son de la tercera edad. Las encontré trabajando en sus huertos y con sus animales  (gallinas y conejos). De repente, una zarza me atrajo como cuando era un niño, cogí una mora , deliciosa. Me sentí un poco pillo, aunque había un ciclista trepado en el mismo arbusto que se estaba haciendo con un arsenal. Luego me arrepentí de no coger más, la zarzamora pertenece al pueblo y está ahí para que las disfrute el que quiera.

De regreso al Saò, cené temprano frente a la chimenea. Suelo demorar lo mínimo indispensable por Eros, que me espera para que le de su cena. A media noche, salimos a dar una vuelta bajo una cúpula de estrellas y atento a un par de perros del lugar que andan sueltos.

Me dormí leyendo los libros que elegí para este viaje, Lo que hemos comido (8,95 €) y Viaje en autobús (7,95 €) de Josep Pla (Ed. Austral). El amanecer en este marco incomparable merece ser descrito en detalle. El paisaje me levanta de mi cama, que es súper confortable. Abro el ventanal. Escucho una música de ambiente estupenda, el artífice es Joaquín (que es además, un reconocido empresario de montaje y sonido en Andorra), mezclada con el canto de los pájaros y los cencerros, este feeling es inigualable. Estoy en un lugar secreto, ahora no me extraña que no haya encontrado su dirección en el GPS del coche.

Pirineos

Refugio.

En este espacio protegido, los programas para hacer eran todos atractivos pero, en este primer viaje, escogí aquellos que podía hacer con Eros —aun era un cachorro de cuatro meses—. Me hubiera encantado montar a caballo y en bicicleta (esta comarca es territorio BTT, cuenta con más de 1.000 km. señalizados y georeferenciados para los amantes de la bicicleta de montaña). Estas son algunas de las actividades que se pueden hacer durante el día.

Al llegar la noche, y en verano, un planazo debe ser dormir en el refugio situado a 2.026 m. de alt. y que acondicionaría el Saó. Fui a conocerlo, es sencillo pero el entorno es idílico. Seguimos los rastros de unas nutrias pero no llegamos a verlas y menos mal que no nos cruzamos con ningún oso pardo ni jabalíes. A Eros no le quite los ojos de encima ya que nos encontrábamos en el coto de caza del águila real y él no es más grande que una liebre. Lo dicho, tengo muchas ganas de pasar allí una noche con mi mejor amigo, junto a una gran chimenea y una cena gourmet orquestada por Esther, en cuanto tenga oportunidad lo haré.

Cocina de proximidad

Por lo pronto, elegí degustar todos los frutos del valle en el mismo hotel. La Cuina del Saó se sirve sobre mesas (realizadas a medida) de castaño y hierro decoradas con velas y flores frescas. En ellas, Esther representa un escenario diferente, con su mantelería, vajilla y cristalería, pensado especialmente para cada huésped. Acompañarla en este proceso y escucharla me resulto de lo más entrañable, ella antes trabajó en restaurantes conocidos. Su carta de platos es muy apetecible, las referencias de vinos es excelente y el agua mineral de los Pirineos es de mis favoritas.

En su cocina slow food del Saó, Esther y su equipo buscan elevar los sabores de la tierra respetando con minuciosidad todo su proceso, desde la elección de la materia prima, su elaboración y puesta en escena. Ser casi auto sostenible es un lujo y el Saó tiene su propio huerto ubicado en la entrada del hotel, Joaquín es el que lo cuida día tras día. Él también encuentra la música ideal para enaltecer cada momento del día. Sin más, ambos forman un equipo digno de un cinco estrellas.

Volviendo a la mesa, me gusto todo muchísimo, destaco el queso de Ugelia, los embutidos de Estamariu, el yogur artesanal de Llívia, la mantequilla D.O. y el trinchat de cordero a las 8 horas, que tradicionalmente se come sólo y aquí se sirve con puré, una reducción de jerez y cebollino con su flor del huerto propio (su sabor es un latigazo que despierta todo el cuerpo). El clímax, de esta experiencia culinaria slow food, llega con los postres, el turtelle de nata del Candil. Luego tome un café con trufas caseras en el muro de la terraza del Saó, que es como estar en la barra más grande de los Pirineos. Una experiencia sensorial multidimensional como esta no tiene precio (p/persona 25 a 60 €).

El segundo restaurante —tan solo hay dos en el pueblo— es La Canal, ofrece cocina tradicional de montaña y los platos son abundantes (menú 18 €; tel: 00 34 973 350 301). Su yogur artesanal con miel para mi fue un postre sublime. También tienen una pensión sencilla.

Caza de setas

Eros

Curioso, botas más grandes que él.

Después de mi placentero desayuno personalizado en el Saò, a base de productos Km0 (productos de proximidad, utilizan materias primas de la zona enriqueciendo el consumo sostenible y reduciendo las emisiones de CO2), le serví a Eros su ración de la mañana. Y con Joaquín nos preparamos para salir a cazar setas. Nos calzamos nuestras botas, palos, cestas, agua y subimos a la montaña con Eros y Blues, el perro de la familia del Saó (que falleció en diciembre de 2014), en Jeep nos llevó 30 minutos.

Fuimos por un camino de montaña dando tumbos. Eros ni se inmutó. Paramos en diferente sitios del Parque Natural del Alto Pirineo (69.850 hectáreas) y parte del Parque Natural del Cadí-Moixeró (41.060 hectáreas).

A ritmo de caracol y con la mirada atenta, nos adentramos con Joaquín y los perros por rincones bucólicos para recolectar setas (carreretes, ceps, pinatell). Descubrí en el bosque la Cabaña del Moro, una cista dolménica (un monumento megalítico). Continuamos la ruta por innumerables senderos salvajes. Los perros bebieron agua de los manantiales y nosotros conversamos con un pastor —sus jornadas las pasa en soledad, son duras y largas, en la aldea lo esperaba su madre, atareada en el huerto y en las labores del hogar—. A mi enternecen estas personas que saben convivir con la naturaleza, que la aman y admiro su oficio, estos conocimientos ecológicos tradicionales la UNESCO los define como patrimonio inmaterial.

Por el camino, nos cruzamos también con: vehículos todo terreno con gente que estaba haciendo turismo fotográfico (el Parque Natural del Alt Pirineu tiene la representación de fauna más completa de Cataluña), quats, ciclistas, excursionistas, con y sin perros, y otros deportistas. Por lo pronto, tanta actividad nos abrió el apetito y comenzamos a descender.

Eros

Feliz, reponiendo energías.

Un par de horas después, estábamos en el Saó. Eros cayó rendido, se tiro a dormir sobre el suelo de pizarra de la terraza. Nosotros tomamos como aperitivo los carreretes que habíamos recolectado y hechos a la plancha. Como Joaquín acostumbra a cazar setas, desde que era pequeño, él sabe muy bien cuáles se pueden comer y cuales no. Después de inspeccionarlas, quedaron tan solo un puñado de setas, descarto todas las demás. Es un experto y esto brinda seguridad. 

Después de varios días de trekking mi talón de Aquiles y mis cervicales se resintieron. Todas las noches, y mientras Eros jugaba en el jardín del Saó con sus juguetes, me sumergí en el jacuzzi con cromoterapia y temperatura regulada a mi gusto. Contemplé el valle y las estrellas. Para aliviar un poco el dolor del talón, luego me hice masajes con el aceite de menta Salus natur-arzneimittel Japanisches Minz-Heilöl.

Nos despedimos del Saó con cariño y con un: ¡hasta pronto! De regreso a Lérida, como aun persistía la sensación olfatogustativa de mi último bocado en Bescarán, hice una parada en La Seu D´Urgell para comprar productos regionales en Fromatgeria Eugene. Este comercio ofrece, generación tras generación, los mejores quesos de Cataluña (C/ Major 58, La Seu D´Urgell; tel.: 00 34 973 350 401). Regresamos a Madrid en AVE y en clase turista. Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

 Según el doctor Pío Font Quer, estos pueblos son micófagos, devoradores de setas.

Cuaderno de viaje

Hotel Saó: HD, 115-145€ y MP 75-95€; teléfono, +34 973 352 609. Recomendaciones: viajar en AVE hasta Lérida y 2 hs de trayecto en coche. En avión se podrá hacer cuando reabran el AP de Andorra-La Seu de Urgel y el vuelo será de 20 minutos desde Barcelona.

Normativa de Renfe: se permite un animal de compañía (que no exceda los 10 kg.) por pasajero, documentado y en transportin. En Turista, se abona el 25% de cada billete, y es gratuito en las clases Preferente y Club.

Equipaje: Ropa, botas, cámara, palos de trekking, comida para el perro y sus juguetes favoritos.


Texto y fotos: Christian Oliva-Vélez

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  1. Saó, lo mejor de la comarca del Alto Urgel | Dog Friendly traveler - […] Tomé las fotos de esta experiencia en el Alto Urgel con el móvil que tenía en aquel entonces, un…

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Escrito por Dog Friendly traveler

Me llamo Christian Oliva-Vélez, llevo 6 años viajando con Eros y estudiando el mundo del can. Como lo bueno se comparte, desde el año 2014 ofrecemos nuestro contenido gratuitamente en la Web de Dog Friendly traveler®, emprendimiento original, único e incomparable.

Publicado el Ene 20, 2015

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