Gracias a la macrobiótica, una sabiduría de siglos, y a los tratamientos de ayer, he dormido como un niño. Un paisaje pastel es lo primero que veo al abrir los ojos.
Contemplo las montañas y cómo van cambiando de color con la luz del amanecer. Eros, el dios del amor, representado en mi teckel, sabe que no tengo aún intención alguna de bajarme del Olimpo donde me encuentro. Está en lo cierto. Me recuesto. Cuando llegué al Sha sentía que mi cuerpo estaba en desequilibrio y ahora estoy disfrutando del bienestar. Me apetece meditar, hace tiempo que no lo hago.
En comunión con mi cuerpo, mente y espíritu, me levanto. Rocío con lemongrass todo el espacio y me ducho. Un breve paseo, son las nueve y tengo una cita muy importante. Estoy muy entusiasmado. Ha llegado la hora tan esperada. Me toca mi primera sesión de hidrocolonoterapia, el tratamiento número uno del Sha. La lavativa de colón es un imprescindible de salud. Gases, que todos los seres humanos los tienen, y flora se pueden alojar en nuestros dos metros de colón durante años, esto genera molestias y enfermedades. Tanto es así que, el cáncer de colón es el número uno en España, y además afecta más a los hombres. Como hablamos de salud, el tratamiento es sencillo y no es muy molesto. Vaselina y un tuvo descartable por el ano, agua templada y todo se limpia sin necesidad de ver ni oler. La comodidad, la empatía del profesional y lo bien que me siento hacen que ahora quiera repetir. Es más, el viernes me espera otra sesión.
Paso por la boutique a comprar las recomendaciones que me han recetado, Epso Lax (magnesio) y Douglas Multi Probiotic 15000 millones. Al entrar en mi suite, además de Eros, me espera mi desayuno. En el Sha cuidan hasta el más mínimo detalle. Estoy feliz, me encanta estar aquí, todo son mimos. Además, todo es blanco y con ventanales enormes, de aquí mi símil con el reino de Zeus, él gobernaba en el hogar de los dioses.
En este ambiente mediterráneo, relajado, es fácil olvidarse del tiempo. Estoy atento, en la clínica la puntualidad es importantísima. En mi Montblanc, es la hora del próximo tratamiento. Perséfone, diosa de la muerte y la regeneración, y Afrodita, diosa del amor y la belleza, parece que tienen planeado seguir regalándome juventud. Toca un facial BDR. Esta máquina es muy puntera, limpia la piel, rellena las arrugas, la regenera y reafirma. Después de una hora, me ha dejado la piel jugosa y luminosa. La esteticista me dice que mañana estará mejor aún. Este nuevo aspecto me durará aproximadamente dos semanas. Aquel que piense que hice un pacto con el inframundo se equivoca, lo hice con el Sha.
Voy a recompensar a Eros por esta hora que ha pasado solo. Juntos, nos vamos al Far de L´Albir. Este Parque Natural está tan solo a 20 min andando desde el hotel. El recorrido hasta el faro es de 2,2 km. Al llegar, vimos como una ardilla disfrutaba con una piña, para mi sorpresa, no salió corriendo. Huele a lavanda, pinos… Mis pensamientos se vuelven más sanos contemplando la belleza del mar. Hipnotizado por Zeus, dios del mar, nos topamos con unas orugas procesionarias, las esquivamos: ¡qué susto! Después de unos 6 km de senderismo, dejo a Eros y me voy a la Terraza Zen, donde está el Shamadi restaurant. Su cocina no deja de sorprenderme. De entrada, textura de alcachofas, un sabor que me recuerda a mi abuela. Con ella las comía rodeado de lujo, las aprecio mucho. Llega el plato principal, complejo. Lo contemplo, parece una obra de arte. Su aroma despierta todos mis sentidos. Lo pruebo. Es una sepia en su tinta con cardamomo, zanahoria…
Tengo un rato libre. Leo hasta que se hace la hora de mi próxima cita, esta vez, es una consulta de salud energética. Este es un diagnóstico de actualidad absoluta. A estas alturas de nuestra historia, está más que comprobado que no acabamos en la piel. Estoy con la doctora Ana María Oliva, autora de “Lo que tu luz dice». Un viaje desde la Tecnología hacia la Consciencia”. Creo que su título dice bastante pero lo voy a intentar explicar a través de mi experiencia. Para medir mi campo de energía y analizarlo, utilizó la tecnología GDV, obra de los rusos. Introduje cada unos de mis dedos en un lector y después midió con otro aparato todos los puntos de la acupuntura de los dedos de mis manos y pies. Estudió mi cerebro colocándome unos cascos con ruidos de ondas. Los datos recogidos le brindaron a la doctora Oliva una valiosa información sobre mi estado de salud psicofisiológica. Como es propio de la medicina y de las confesiones, in camera cartitatis, mi evolución es positiva y lo demás es confidencial. En Holanda y Alemania esta disciplina está muy promulgada pero, en España, la doctora es toda una precursora.
Hablando de dinamismo, dejo a la fantástica doctora Oliva y me voy a flotar con Fernando Gallego, el terapeuta de water shiatsu del Sha. En agua templada y rodeado de velas, me entrego a sus brazos. Libero mi cuerpo durante 50 minutos. Me relajé muchísimo: ¡me encantó! Este señor y su tratamiento es una experiencia Sha que nadie debe perderse. Años atrás tuve mi masajista de shiatsu particular, era en el suelo, jamás me hizo sentir tan relajando como hoy.
Es la hora de cenar. La corvina marinada en hinojo y limón está riquísima. La mousse de frutos rojos es otra delicia del pastelero. Después de comer esta cocina vanguardista, creo que toca cambiar varios hábitos. Es inevitable meditar sobre ello.
La salud y el bienestar es el estado normal de la existencia humana y la experiencia que me está brindando el Sha es una oportunidad de volver a ese estado. Antes irme a la cama, tomo mi dosis recomendada de magnesio y doy las gracias por este maravilloso día. Apaciguo a Cronos, el dios del tiempo, quitándome el Montblanc y apagando el móvil. No voy a pensar en mañana, prefiero disfrutar cada respiración y exhalación. Me recuesto en la cama, Eros está a mi lado. Abro el libro del Tao. Voy a descubrir algo más sobre el ying y el yang. Continuará.
Texto: Christian Oliva-Vélez
Fotos: David Suárez
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