Catedral del siglo XII, el Doncel, adoquines, castillo medieval, artesanías, fiesta tradicional y buena gastronomía local componen una de las experiencias más auténticas del Reino de España.
Paseamos con Eros por el casco antiguo de Sigüenza. Desde la Plaza Mayor, subimos por la empinada calle Mayor hacía el Castillo. Sobre adoquines, a medio camino, nos detuvimos en La Edad Media, la tienda con más encantado de la ciudad. Olía a miel y hierbas silvestres. Entre pinturas románicas y piezas de cerámica de Pozancos (típica de Sigüenza), me atrapó el aroma de las velas, jabones y aguas de colonias artesanales. Embriagado por el aroma del campo seguntino, recorrimos el centro histórico.
A la derecha, por la calle Travesaña Alta, me encontré con la Casa del Doncel, de arquitectura gótico-civil. En la misma plaza se encuentra la casa de la Inquisición, la morada de la crueldad. Junto a estas direcciones se encuentra Nöla, el restaurante de Jorge Maestro, donde parece que se come muy bien; yo no tuve tiempo de probar su cocina. Corona estos rincones históricos la iglesia románica de San Vicente Mártir.

Jorge Maestro, chef del restaurante Nöla en Sigüenza.
Jornadas Medievales y un oasis de lujo a 8 minutos de Sigüenza
La ciudad del Doncel tiene un legado que merece la pena visitar. Al llegar al castillo recordé que aquí me hospedé, siendo muy joven y con mi familia. La atmósfera es medieval. Fue divertido, con mis primos creíamos que había fantasmas y corríamos de una habitación a otra. En este Parador, que no es dog friendly, vivió repudiada y recluida la reina Doña Blanca de Borbón. Repicaron las campanas de Santa María de Sigüenza. Entre sus muros gótico-cisterciense descansa el Doncel, la escultura funeraria más bella del mundo según Ortega y Gasset. El 12, 13 y 14 de julio podrás vivir parte del pasado histórico de Sigüenza durante la celebración de sus Jornadas Medievales.
A 6,2 km de la ciudad, por la Ruta del Quijote, me recosté un instante en mi cama del Relais & Châteaux Molino de Alcuneza. Me hechizó la belleza del entorno, el silencio y la comodidad. Me duché escuchando las copas de los álamos dirigidas por la brisa, el canto de los pájaros e insectos. Entre los antiguos muros de piedra, con vistas al jardín y al campo, disfruté de una cocina de proximidad creada por el chef Samuel Moreno, Estrella Michelin. La luna llena iluminó nuestro último paseo. Sin miedo, abrí mi libro prohibido y me dormí. Haz clic aquí ahora para conocer todos los detalles de este destino.
Texto: Christian Oliva-Vélez
Fotos: David Suárez
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