La piscina reservada del Oitavos me recluyó en la vida contemplativa, monté y vi los mejores caballos lusitanos. Llegamos hasta el fin del mundo y disfrutamos de un hot spot para los surfistas.
Eros jugó con Totas, teckel de Marta Champalimaud, hija del propietario del Oitavos. Minutos después, Eros y yo fuimos en un buggy a recluirnos en la paz absoluta y más privada del Oitavos. Llegamos hasta The Forte. Parece un espejismo de lujo en el Parque Natural de Sintra-Cascais. El viento recorrió todo mi cuerpo y las orejas de Eros se mantuvieron en el aire. Allí reina la armonía. El tiempo pareció detenerse. Contemplé la vista. Contemplé el azul profundo del mar y el celeste del cielo.
El azul según Goethe
En aquella placidez, pensé en el estudio del color que hizo Johann Wolfgang von Goethe. El alemán afirma que el azul es el color de la inteligencia, la sabiduría, la reflexión y la paciencia. Induce a la introspección, evoca paz y quietud. Actúa como calmante, sosegando los ánimos e invitando al pensamiento. Por otro lado, en los anillos olímpicos, el azul corresponde a Europa y The Oitavos motiva ponerse y estar en forma. Es lo que tiene Oitavos, despierta al filósofo que llevo dentro. Me di un baño, el agua es de mar y estaba climatizada.
Centro Quinta da Marinha hípico
Más tarde, visitamos el Centro Hípico —bosta fresca, qué ganas de revolcarme, es lo que habrá querido hacer Eros—. Aunque haya mozo, me gusta ensillar el caballo. Monté un pura sangre, alazán, precioso, por las dunas. Eros me acompañó a una distancia prudente.
Con tanto azul y verde, me sentí entre los mismos dioses. El territorio del hotel está protegido —deseo que su belleza permanezca eterna —. Esa misma tarde, en el club, presencié un concurso de lusitanos; raza portuguesa, considerada la más antigua de montar del mundo. Todos eran bellísimos. Novilheiro, un lusitano, hizo historia, y lo montaba John Whitaker; uno de los mejores jinetes que han existido.
Praia do Guincho, una de las mejores de mundo
Después de hacer una ruta de senderismo por el Cabo de la Roca, nos acercamos a la praia do Guincho, muy apreciada por los surfistas. Quedé con Miguel Champalimaud, director del hotel The Oitavos. Mientras nuestro anfitrión cabalgó las olas, Eros corrió feliz por la playa. Pasamos un día: ¡maravilloso!
Cascais ofrece calidad de vida
Me di un baño de inmersión con aromaterapia. Cené en Ipsylon, el restaurante gourmet del hotel y el más elegante de la región. Sirven el mejor sashimi de atún que he probado hasta ahora. Definitivamente, Cascais, con sus 650 años de historia, brinda una muy buena calidad de vida; se puede ir por una razón y quedarse por muchas. Di las gracias y las buenas noches. Viví con Eros mi experiencia The Oitavos un día más —fue espectacular—, podrás conocerla el próximo jueves.
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