En The Oitavos, la luz del amanecer acarició mis sábanas. Cantaba Tom Jobim. Nuestro último día en Cascais fue: ¡emocionante!
En el sofá, Eros se desperezó. Se acercó a darme los buenos días. —Venga papá, salgamos a descubrir este mundo maravilloso, es lo que me transmitió Eros con su alegría—. Suspendido, llegué hasta la ducha, me desperté debajo del agua. Después del paseo perfumado de pinos y Océano, desayuné. Frutas, quesos regionales, huevos pasados por agua, pasteles de nata y tés formaron parte de mi ritual. El hotel tiene el personal ideal y todos los deseos se hacen presentes en pocos minutos. Acostumbro a llamar al staff de los hoteles por su nombre, en Oitavos lo hacen conmigo y hasta con Eros; que me acompañó en todas las comidas.
Trabajé un rato en mi escritorio. Eros se tumbó al sol, sobre el suelo azul de Epoxy (resina). Cantaban los pájaros y las cortinas bailaban “Carminho Canta Tom Jobim”. Después de revisar mi correspondencia y de tomar notas en mi cuaderno de viajes, llegó la hora de mimarme.
The Spa & Balneotherapy y comida traída del océano
Mientras Eros descansaba en la suite, yo me dejé agasajar por The Spa & Balneotherapy; en una sala que mira al paisaje, recibí un masaje deportivo (50 min/ 95 €). Luego, me sumergí en la piscina; floté y los jets me relajaron, más aún si cabe. En la sauna, como tiene un ventanal inmenso, me quedé absorto; contemplé las dunas, la vegetación en movimiento, un escarabajo se esforzó por llegar a alguna parte y una nube minúscula lo vio todo.
Renovado, me senté con Eros en el Atlántico Pool Bar, pedí pulpo, mejillones y bacalao. Me anunciaron que una belleza me esperaba en la puerta del hotel. Intrigado, después de unos pasteles de nata, me acerqué. Como si él supiera algo, Eros corrió a mi lado dando saltos de alegría. La sorpresa fue el descapotable del año. Me puse al volante del Maserati GranCabrio Sport. Más tarde, navegamos con una lancha rápida por la costa de Cascais. Fue una tarde inmejorable.
Cené pronto, ostras, almejas y cazuela de langosta. Echaré de menos The Oitavos, nos han tratado con mucho cariño y han cumplido todos mis sueños. Esperamos en el lobby a nuestro taxi, que nos llevará hasta el aeropuerto. Gracias a la vida que me ha dado tanto (canción de Violeta Parra), es lo que canto al alejarme de Cascais. Con estas palabras, declaro que The Oitavos nos hizo muy felices.
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