Afirmo que la Ciudad Dorada es mágica y bohemia. Mi despedida es orquestada por música de ayer y de hoy. Y no falta una situación kafkiana.
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Al llegar de Kutná Hora, nos fuimos al río. No sentamos en el restaurante Nominanza River (Smetanovo nabrezi 198/1). Un grupo en vivo toca temas conocidos. Este es mi lugar preferido en Praga para el atardecer (cerveza 500 cc, 2€, y platos por 3,80€). Tengo un concierto vespertino. Una ducha rápida. Llego en diez minutos al Rudolfinum, esta magnífica caja de música de estilo neorenacentista acoge la Filarmónica de Praga y es donde tiene lugar La Primavera de Praga, el festival más importante del país. Escucho el “Verano” de Vivaldi interpretado por el violinista Pavel Sporcl. ¡Es espectacular!
- Paseo exclusivo por Praga abordo de una réplica de 1930.
- Estatua del pintor Josef Mánes.
- Parque junto a la Filarmónica de Praga.
- Uno de los puentes de Praga.
- Ambiente en la ribera.
- La cerveza de la República Checa es irresistible.
- Directo en un bar de la ribera.
Al salir, busco a Eros. Me acompaña a cenar en la Pizzerie Grosseto. Este elegante restaurante italiano está en un barco y parece un club náutico (700 CZX p/persona). Estamos en la terraza, qué vistas, el castillo iluminado. Con mi pizza y aún escuchando a Vivaldi en mi cabeza, estoy convencido de que debe ser maravilloso vivir las cuatro estaciones de Praga. Más tarde, tomé una copa en la terraza del Club Lavka, tiene unas vistas fantásticas (calle Novotného lávka 201/1).
- Escultura en la entrada del restaurante.
- La rosas de los cuatro vientos viste el suelo de la barra.
Me despido de Carlos en su puente del siglo XIV. Me detengo en la estatua de Santa Ludmila. En “Fragmentos Postumos”, Kafka la describe así: «Su delicadeza no tiene límites, y los dedos, extendidos, tiemblan». Por unas escaleras, bajamos a la isla de Kampa. Los «Bebés» de David Cerny duermen. Para que no tengan miedo a la oscuridad, sobre el río, hay una fila de pingüinos de plástico iluminados de amarillo.
Es una ciudad entre las ciudades, su pasado fue más grande que su presente, pero éste es todavía lo suficientemente importante. Franz Kafka.
- Santa Ludmila, puente de Carlos.
- Instalación sobre el río y, al fondo, el puente de Carlos.
Siete de la mañana. Hago el check-out. Antes de irnos al aeropuerto, intento llevar a Eros a jugar unos minutos a la isla de Strelecky ostrov. No hay forma de convencerlo, tira hacia el hotel, donde está el equipaje y sus juguetes. No tenemos mucho tiempo. Me rindo. No hizo ni caca ni pis, esto me preocupa. No cojo vuelos a primera hora por esta razón. En el mostrador de facturación de Czeck Airlines me piden que coloque su transportín. Este momento lo conozco y me agobia muchísimo. Acto seguido, tengo que poner dentro a Eros. El límite para volar en cabina es de 8 kg (tranportín y perro). Desconozco esta compañía y no se cómo van a reaccionar si llega a excederse. La báscula marca 8,6 kg. Lo sabía, es importantísimo que Eros haga sus necesidades antes de facturar. Todo mi ser se llenó de amor paternal, no recuerdo la cara que puse. El personal de tierra se compadeció y dio su visto bueno. En ese momento me sentí eternamente agradecido a Czeck Airlines. Si me hubieran exigido que fuera en la bodega, me veía con Eros en un coche de alquiler haciendo 48 horas para llegar hasta Madrid. De todos modos, tengo que hacerme con un transportín más ligero, uno de menos de 1 kg.
Quedan unos minutos para el embarque. Salimos a la calle. Consigo que Eros al menos orine, hizo como medio litro, parecía un afluente del Moldava. Al pasar por la zona de control, me piden que espere. Estoy viviendo una situación kafkiana. Hacen una llamada a la aerolínea y comprueban que está todo en orden. No sé checo pero es fácil adivinar lo que sucede. Pasamos. Después de los detectores, otro oficial vuelve a pedirme que espere. El señor hace otra llamada. Hasta que no me senté en el avión con Eros no me relajé. No pasó nada, solo parece que es el protocolo a seguir.

Desde la cabina de Czech Airlines: ¡hasta pronto República Checa!
Es la primera vez que viajo a la República Checa y tengo ganas de conocer más. En cuanto tenga oportunidad, iré al sur. Hasta pronto Praga, eres hermosa, muchas gracias por todo.
Texto: Christian Oliva-Vélez
Fotos: David Suárez
Praga es una ciudad que no sufrió la destruccion de parte de su casco histórico por efecto de la segunda guerra mundial lo que le confiere un valor especial de autenticidad, caminar por sus calles es caminar por la historia, recordando a personajes que allí vivieron como Kafka, Mozart, etc.espero volver pronto echo de menos las sensaciones allí vividas.