A 102 km de Madrid, en un oasis de encinas y a través de un camino que invita a escribir, nos reciben, con guante blanco, una casa renacentista y un sabueso de Baviera.
Hace tiempo que quería reunirme con Fernando Gallego de Chaves Castillo e Isabel Lozano Vallejo, condes de Cobatillas. Por fin hemos podido coordinar agendas. Al llegar, después de ser recibidos por su equipo de confianza, esta pareja estupenda nos da la bienvenida. El sol brillaba sobre un cielo azul. Por lo que me cuentan, el día está lleno de planes, uno más apetecible que el otro.
Por lo pronto, recorro el palacio guiado por Isabel. Al entrar, nos recibe un retrato de Fernando Gallego de Chaves y Calleja, el abuelo de Fernando. Tiene una planta estupenda. En otra pared, otro retrato muy tierno de su padre, el marques de Quintanar, con su abuela. Continúo. El salón principal invita a ser disfrutado en familia, con amigos o, por qué no, por una empresa, aquí acuden muchas a celebrar reuniones privadas gestionadas por la empresa Events of Excellence.
Subo a nuestra habitación. Veo que la casa ha sido renovada de manera integral, todo está impecable. Mi habitación da a un bosque de encinas y tiene un escritorio de marquetería antiguo. En los salones contemplo varios retratos de esta familia y de la familia real española. En cuanto a las obras, muchas las firma José Galofre, antepasado de Fernando, secretario y pintor de Cámara de la reina Isabel II. Su romanticismo fue también muy apreciado por el papa Pio IX, el rey de Cerdeña y el zar de Rusia.
Fernando me tiene totalmente absorto con la historia de un cuadro de la familia real. Antiguamente, retratar a todos en una boda era algo imposible, por ello, con tiempo, el pintor elegido se acercaba a cada uno de los invitados y les hacia un retrato. En el siguiente paso, los reunía a todos pero con el pincel y en un lienzo o tabla. Hoy esta tarea resulta más fácil, por ejemplo, la fotógrafa Annie Leivovich lo hace para esas portadas multitudinarias de Vanity Fair pero utilizando la post-producción digital.
Contemplando el palacio, Fernando me cuenta parte de su historia. La arquitectura es de estilo renacentista. Desde el siglo XVII, el edificio está pintado con el color que se pintan los palacios de Segovia. Con la llegada de los Borbones a España, traen esta influencia de Florencia. El palacio de Riofrío y el de la Granja tienen el mismo tono salmón. Desde sus antepasados en la reconquista, son los guardianes de este magnífico edificio y su entorno.
El padre de Fernando, el marqués de Quintanar, llevó a cabo la obra de reforma, que duró cinco años. Hasta entonces, esta finca ni se ha comprado ni se ha vendido nunca. Quintanar solo estaba reservada a la familia y amigos hasta el 2009. Desde entonces, las puertas están abiertas para los viajeros más exigentes, con ganas de vivir lo auténtico de España, en un entorno histórico, y para disfrutar de todas las comodidades de un hogar contemporáneo. Con esmero y refinamiento todo transcurre en un ambiente muy confortable y relajante orquestado por los condes y su equipo. Además, Fernando afirma que gracias a la gestión de Beatriz Pastrana, de Events of Excellence, aquí se celebran reuniones y eventos de comités de las empresas más importantes. La última de ellas fue una para la maison Chanel.
Fernando me ofreció aventuras. Montar en globo, hacer un paseo en piragua por el río Duratón para ver los buitres y montar a caballo. Elijo lo que más me gusta, los caballos. Monto a Jerte, su caballo. Con Jerte dimos unas vueltas por el picadero cubierto y luego salimos al campo. En esta experiencia de libertad, Eros y Nick nos acompañaron. Estamos a 1.000 metros sobre el nivel del mar, aquí el clima es más extremo, hace más frío y es más caluroso que Madrid. No demoré en volver a la casa.
Tomamos el aperitivo en la terraza con vistas a Peñalara. Isabel preparó un pan de pueblo con varios quesos, en su interior y fundidos al horno, con ciboulette y unas croquetas caseras. Qué rico. Mientras Eros juega con un balón (parece Ronaldo de lo bien que se le da) brindamos con Cune: ¡me encanta! Descubro que la etiqueta de este vino español está personalizada con el hierro y el nombre de Quintanar. Cinco generaciones atrás, la familia de Isabel fundó esta emblemática bodega de la Rioja.
Entre las encinas, veo una cruz de hierro. Le pido a Fernando que por favor me lleve hasta allí. Se trata, nada más y nada menos, de una iglesia románica. Por puro placer, el tejado ha sido renovado totalmente. Tiene mucho mérito esta labor filantrópica para la preservación de la historia de España.
Eros se divierte con miles de bellotas que han caído al suelo. El mayordomo anuncia que la mesa está servida. Me cuelo en la cocina atraído por el aroma a trufa. ¿Se me estará pegando algo del atributo más poderoso de Eros, su olfato? Isabel está emplatando la Trafilata al bronzo con trufas, el plato preferido de Fernando. Parece un risotto (arroz) pero es una pasta de sémola con forma de grano de arroz. Para potenciar los sabores, Isabel me cuenta que utilizó aceite y sal de trufas, todo lo han traído de Milán. Suelen viajar bastante y Milán es un sitio que les encanta. Comentamos que es una ciudad muy divertida, donde mirar es un deleite. Desde los escaparates a lo bien que va vestida la gente, sobre todo los hombres, por el Corso, vía Montenapoleone y en el hotel Bvlgari. De forma entusiasta hablamos de nuestra pasión por el té, los viajes y de algunos secretos de Quintanar.
Después de la pasta del Golfo de Nápoles, le siguió un solomillo de cerdo con verduras. Además de las copas portuguesas, donde no faltó Cune, el postre me hizo sentir en casa. Aunque Isabel no haya estudiado en el Cordon Bleu, su cocina me cautivó, la mousse de chocolate está: ¡exquisita! La disfruté más aún con las virutas de chocolate que le puso y la nata recién montada. Tomamos el café junto a la chimenea con Eros y Nick.
Fernando pone un poco más de leña y se va a gestionar unos asuntos de la finca. Isabel regresa a Madrid custodiada por Nick para asistir a una reunión del colegio de uno de sus hijos. La pareja tiene además dos hijas, que estudian en Inglaterra. Mientras tanto, en este salón color fresa, combinado con tapizados en verde esmeralda, me quedo leyendo junto a la biblioteca, acompañado por Eros.
Segovia es una maravilla de provincia. Fernando Gallego de Chaves Castillo, conde de Cobatillas.
Me distraigo. Entre todas las fotografías de la familia y de los reyes, veo una del rey Felipe cuando era joven. Esta foto la reconozco, es en el restaurante Casa Cándido y cuelga también en sus paredes. Volviendo a la cocina de Isabel, he puesto al día mi sabor de Segovia con los platos ideados por ella y para el palacio de Quintanar. Aunque sus recetas están solo reservadas a su familia, amigos y huéspedes, me hice con la de la mousse para compartirla próximamente con vosotros.
Al atardecer, llega Fernando y me tienta. En uno de los cuatro por cuatro de la finca, nos llevan hasta el Mirador de la Marquesa. Parece que estamos en África. Eros contempla el paisaje con mucha atención. Sobre este palco natural, una tienda impresionante de color beige. Desde aquí se ve todo el territorio de la familia, un valle cubierto de encinas, el arroyo amurallado de chopos sin hojas y el palacio.
Antes de cenar, jugamos al billar francés. Después de alguna que otra carambola, cenamos y di un paseo con Eros. A Quintanar lo ilumina la luna y las estrellas brillan toda la noche. El campo duerme, pero no todos los que lo habitan. Estamos en una zona de jabalíes pero, como el recinto está bien protegido, disfruto sin preocuparme. He dormido muy bien. Eros y yo nos estiramos y bajamos a dar un paseo.
Desayuno, no podía irme sin probar las migas con huevos que hace Isabel. Nos despedimos con un hasta pronto. Antes de emprender el regreso, me bajé del coche con Eros y recorrimos la carretera arbolada. Este es un sitio único y es asombroso que esté a poco más de una hora de Madrid. Una vez en casa, al parecer, Eros está fulminado, no quiere levantarse. Lo miro. Y, como yo, es notable ver que el disfrute vivido en Quintanar persiste.
DOG FRIENDLY tips: Las tarifas se personalizan y se diseñan estancias a medida para familias o grupos, MP a partir de 300€. Tel. de contacto: Beatriz Pastrana +34 607 229 390.
Texto: Christian Oliva-Vélez
Fotos: David Suárez
Francamente la finca es una preciosidad. Y la gestión del Conde de Cobatillas también. Se desvive cada día por mejorar todos y cada uno de los detalles de la misma. Es un trabajador incansable y siempre con ansias de aprender y mejorar el campo. Es una pena no obstante que la comida habitualmente le falte calidad. Muy «elegantes» pero las gafas con cristal de espejo de la mujer que aparece en las fotografias, reflejan el verdadero yo de alguien que se cuela en una familia con la que no cuadra y hace un intento.
Gracias por acercarme sus impresiones. Por lo que parece, conoce Quintanar. Como ha podido comprobar en mi crónica, para mi, Fernando Gallego de Chaves Castillo e Isabel Lozano Vallejo, condes de Cobatillas, han sido unos anfitriones excepcionales. Posteriormente, cené en su casa de Madrid y fue una noche inolvidable. También dan muestra de ello los eventos exclusivos que allí se celebran, como por ejemplo, recientemente lo hizo la maison CHANEL. Además, Fernando e Isabel forman una familia excepcional y están: ¡estupendos! Ojalá regrese pronto a Quintanar y que su experiencia resulte tan maravillosa o más que la mía. Atentamente.
Muchas gracias por su respuesta. No lo conozco. He oído hablar mucho y muy bien.
Además de leer su maravilloso artículo/post.
Iré pronto y comprobaré por mí mismo todo cuanto describe.
Dan ganas irresistibles de ir a conocer en persona este encantador lugar.