Me siento transformado y afortunado. Duermo genial, mi piel está reluciente como la manzana de Cenicienta, he liberado toxinas de mi organismo y a Eros lo veo muy cómodo y contento.
No me puede gustar más mi desayuno macrobiótico. En nuestro último paseo, descubrimos la huerta del SHA y nos despedimos del bosque de pinos. Ha llovido toda la noche. El perfume de la tierra mojada es casi erótico, como hacer una obra de arcilla. Los pájaros cantan. Abrazo un pino.
Al cabo de un par de horas, llego motivado a la zona de fitness. Hoy entreno con Luis, uno de los preparadores físicos. En mis propósitos para este año está retomar algún deporte que hice en mi vida. El gimnasio es lo que más me puede aburrir pero es la actividad más efectiva y la que menos tiempo me lleva, ya veremos cuantas semanas aguanto. Traje mi rutina de Madrid. Al cabo de un rato ya estaba bostezando. Luis mejoró algunos ejercicios y me recomendó que tomara complementos naturales de los laboratorios Solar, como son la glutamina y la arginina. Ya los tengo conmigo. A todo digo que sí, soy fácil de convencer.
La realización personal no está en ser «el mejor», sino en disfrutar plenamente de lo que haces. Walter Riso.
Pensando en mi cuerpo, para mí lo más parecido al sexo es un buen masaje. Siempre que puedo, me los dan o me los doy yo mismo con alguno de mis aceites ecológicos. Los que tengo de Alquimia son espectaculares. En esta oportunidad, pedí una cita con un osteópata para que me dé un masaje de tejido profundo. Estoy en la sala de espera “Orient Room”, donde nunca he tenido que esperar más de 5 minutos. Es mi turno y ahora voy a disfrutar. Cierro los ojos y me limito a respirar profundamente. Una pierna por aquí, la otra por allí. Me transformo en una marioneta contorsionista: ¡qué buenos estiramientos! Fue un masaje alucinante. Toma nota, me lo dio Pablo, osteópata y quiropráctico, me dejó como nuevo. Acepto el té que me ofrece. Regreso con la guardia baja, una sonrisa y la mirada descansada hasta mi suite.
Después de una renovadora ducha caliente, salimos a dar un breve paseo con Eros. Al cabo de un rato, me visto para comer, aunque aquí se puede ir en albornoz todo el día. Hoy tengo la suerte de que me acompaña Alejandro Bataller, el vice-presidente del SHA. Bataller es un hombre joven y padre de familia que, junto a los suyos, hace una labor magnífica. Lo conocí en 2009, cuando visité el SHA por primera vez. Entonces me encargaba de la moda en la revista Condé Nast Traveler. Junto a sus padres, hermanos y un primo, han sabido crear el principado de salud más sofisticado que existe. Todos los prestigiosos premios nacionales e internacionales que ha recibido el SHA dan muestra de ello.
Con tanta energía positiva, el SHA crece y crece. Durante el almuerzo, Bataller me revela que acaban de lanzar un proyecto de unas residencias muy exclusivas, estas serán el destino predilecto de pocos afortunados en el mundo. El SHA Wellness Clinic está muy valorado por dignatarios de varios países, princesas, príncipes, empresarios, celebridades nacionales e internacionales y demás personas interesadas en la salud. Hacerse con la mejor versión de uno mismo está más de moda que nunca. Desde aquí, doy las gracias a la familia Bataller por preocuparse por los demás y por el planeta.
Obviamente, pondré en práctica lo que he aprendido en el SHA. Asimismo, esta aventura de salud me ha hecho recuperar mi preferencia por el vegetarianismo. Profeso amor por todas las formas de vida, de hecho, durante seis años no comí animales. El yoga lo practico cada mañana, desde hace más de dos décadas, pero había dejado de meditar. El equilibrio entre este estilo de vida saludable y el de “todo vale” lo he buscado siempre, reconozco que me cuesta elegir sólo lo que es 100% saludable. Sea como sea mi camino, adorando a los animales y a la naturaleza, seguiré escuchando mi corazón, mi cuerpo, alimentando con pensamientos sanos mi mente y protegiendo mi espíritu.
Quizá ha llegado el tiempo de formular un código moral que gobierne nuestras relaciones con las criaturas del mar así como las de tierra firme. Que esto llegue a suceder es [mi] querido deseo. Jacques Cousteau.
De camino al aeropuerto, me llamó una amiga, mi estado de tranquilidad le llamó la atención. Es verdad, durante estos cinco días en el SHA he podido descansar y ocuparme de mí. Rumbo a Madrid, a bordo del avión de Air Nostrum, estoy volando de dicha. Eros está a mi lado en la parte de abajo de su asiento. Como nuevo, con el reactor tocamos tierra en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas T4. Desembarcamos. Eros sale de su transportín como si fuera de un parto, aún no se acostumbra, debe ser agobiante estar ahí metido, pero no le pasa nada. Nos vamos a casa. Estoy pensando ¿cuál podría ser nuestra siguiente aventura para promover “No al abandono”? Creo que será en la montaña, rodeado de naturaleza y con una chimenea. Estad atentos.
Texto: Christian Oliva-Vélez
Fotos: David Suárez
Muchísimas gracias por este maravilloso post de parte del equipo de marketing digital de SHA 🙂
¡Gracias! Cariños para todos.