Admirabilis de La Manufacture me invita a un paseo contemplativo. Comparto este momento de emociones privadas, gloriosas, con Eros y perfumado con mi nuevo descubrimiento; brindado por la perfumería BoMonde.
Admirabilis es la nueva creación de La Manufacture Parfums. Me tiene fascinado. Esta colonia es cautivadora, evoca antigüedad, devoción y masculinidad. Me atraparon la mirra, es penetrante, el incienso de Somalia, una fragancia exótica, y el vetiver de Haití, la elegancia eterna. Con esta nueva fórmula, parece que uno accede desde la tierra hasta el estrato divino (88€/ 100 ml). El contenido del frasco es de color ámbar; el mismo, podría representar el oro. En la época de Jesús, la mirra y el incienso tenían más o menos el mismo valor que dicho metal noble. Desconozco si Nathalie Koobus, la perfumista que ideó esta nueva eau de toilette, ha tenido en cuenta esas referencias históricas o simplemente es una apreciación mía. Su fuente de inspiración partió de la Abadía Fontfroide, un templo escondido en el corazón del Parque Natural de la Norbonnaise (sur de Francia); ofrece un panorama que propicia la contemplación y la creación.
Mi creación ha estado guiada por el juego de luces del interior del claustro. He creado este perfume como un claroscuro. En contrapunto con la claridad de los cítricos de Bergamota y Mandarina italiana, y el estallido verde de la hoja de Violeta, entran las notas místicas, ahumadas y sombrías. Por su profundidad, los bálsamos de Mirra, Benjui, Ládbano y Tolu, y las lágrimas de Incienso, desvelan el misterio de la vida monacal. Nathalie Koobus.
Esta admirable composición, de contrastes, tiene un aroma de santidad que me lleva a investigar. Por su nombre, creo que se trata además de un homenaje a “Eau Admirable”, la primera agua de colonia de la historia. Entre los siglos XVII y XVIII, era un auténtico lujo para la alta sociedad, en Versalles, la llevó Luis XV y Luis XVI, también la usaban Napoleón, Federico de Prusia, Voltaire o Goethe entre otros. Voy más allá, con unas pulverizaciones de Admirabilis, llego hasta nuestro pasado. Todos, a lo largo de la historia, egipcios, griegos, babilonios, súmeros, judíos, romanos y cristianos, han recurrido a la práctica de complacer a sus dioses por medio de los aromas. Ahora que se acerca la Navidad, pienso en el Niño Jesús. Como ofrenda, el recibió oro, incienso y mirra de los Reyes Magos; el valor económico fue altísimo. Al igual que él, yo también tomé contacto con los perfumes más preciados desde que nací y los valoro mucho. Elijo uno para cada día, un rito que practico desde que empecé a perfumarme. Por lo tanto, Admirabilis me parece una colonia sagrada y, a la vez, una alegoría barroca. Con este claroscuro, cierro los ojos, recorro claustros como el que menciona Koobus. Recuerdo los masajes ayurvédicos que recibía semanalmente, cuando vivía trabajando de sol a sol, eran estimulantes, reconfortantes. Incluso, me recuerda a mi viaje por el sur de Grecia —de repente, la calle olía a mirra, su aroma me llevó hasta un templo ortodoxo. Allí, un monje, con un incensario, llenaba el templo del aroma del Espíritu Santo—. Llegamos al monumento de Alfonso XII (conoce todos sus detalles en Madrid Patrimonio Turismo).
Sé cuando utilizar Admirabilis, una perfección francesa hecha a mano, porque causa sensación, agrada mucho a los demás y, quizás, también a los dioses; podría resultar un narcótico delicioso. No puedo dejar de mencionar la presencia de pachulí, juega un lugar importante, resulta hasta afrodisíaco. Y por tanto, como tampoco soy la ofrenda de nadie, esta dulce colonia la reservo para vivencias muy especiales. Por ejemplo, para un momento de emociones en privado, como es este paseo por el Parque del Retiro con mi mejor amigo. Qué bonito día de otoño, el sol calienta mi rostro y hace brillar el pelo de Eros. Un viento frío juega con las hojas de castaño. Tomo una inhalación de aire, el mío está perfumado. Sin lugar a dudas, Admirabilis es una colonia divina. La puedes encontrar en BoMonde.
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