Innsbruck, el agua de sus montañas, su gente, creaciones artesanales, arte contemporáneo y pasado imperial.
A tu derecha, la emperatriz de Austria. Antes de contemplarla de cerca —fue la primera y única mujer que gobernó sobre los dominios de los Habsburgo y la última jefa de esta Casa—, paseo con Eros por la calle que lleva su nombre, Maria-Theresien-Strasse, la principal de Innsbruck. Él está sediento. Nos acercamos a una fuente. Me sorprende gratamente ver que ha sido pensada también para los perros. Hasta ahora, es la única que he visto en Europa. Agua de los Alpes caen sobre un receptáculo de bronce. La lengua de Eros la recoge como la trompa de un elefante.
Se acerca un joven apuesto con su perro sin correa. Y esto despierta, más aún si cabe, mi curiosidad. Nos saludamos. Me informa que, en la ciudad, los perros pueden ir sueltos. La única condición es que deben ser educados —los perros no equilibrados utilizan bozal o bien van atados—. Ellos se marchan.
- Viajero austriaco con su mejor compañero en Maria-Theresien-Strasse.
- Disfrutando del agua de los Alpes en la fuente pensada para los perros.
- Bajo la atenta mirada de Nordkette, paseamos por Maria-Theresien-Strasse con nuestra guía de Innsbruck Tourismus.
- Puesto de frutas y herbolario.
- Obras de Martin Creed.
- Exposición de Martin Creed en el palacio Taxis.
- Instalación de Martin Creed.
Se respira buena calidad de vida. Entre las casas de cuento, hay un puesto coloreado de frutas. Al final de la calle, de una casa elegante cuelga un cartel protagonizado por dos perros de diferente tamaño. Se trata de la exposición del británico Martín Creed en el palacio Taxis, que aloja la Galería de Landes Tirol. La visité sin Eros. Su obra es conceptual, algo disparatada. Reflexiona sobre lo establecido en lo cotidiano y lo reinterpreta.
A la vuelta del palacio, encuentro una tienda especializada en miel. Para mí, no existe nada más erótico que el perfume de miel. Compro una de flores del Tirol (5€). Al rato, mi perro parece un tirolés en Tiroler Heimatwerk, firma tradicional de indumentaria regional. Dimos una vuelta por la galería comercial Rathaus-Gallerien, ubicada en un edificio realizado por el arquitecto francés Dominique Perrault, el mismo que diseñó la Biblioteca Nacional de París. Este tipo de espacios son muy concurridos en invierno, poca vida se puede hacer cuando las temperaturas son muy bajas o llueve.
- Velas artesanales y perfumadas de miel.
- Vela con forma de perro y perfumada de miel.
- Miel de flores del Tirol.
- Tienda de trajes regionales.
- Eros con el sombrero de Tiroler Heimatwerk.
- Eros recibiendo mimos del propietario del restaurante Lichtblick, uno de los mejores de la ciudad.
- Ensalada de bufala del restaurante Lichtblick.
- Tejadillo de Oro.
Restaurante de moda en Innsbruck
13:00 p.m. Nos esperan en Lichtblick, un restaurante muy conocido. Doy una vuelta de 360° por el bar y contemplando los Alpes, este sitio de copas es único. Pasamos a la mesa. Eros se portó de maravilla, el dueño vino a felicitarlo. Como se hacía en la Edad Media, caminamos por el centro histórico.
Miro hacia arriba. Ahí está el Tejadillo de Oro, símbolo dorado de Innsbruck desde el emperador Maximiliano I en 1500, recubierto con 2.657 tejas de cobre doradas al fuego. Esta belleza gótica y su entorno apenas han cambiado desde entonces. Este no está siendo un paseo cualquiera, viajar al pasado resulta fascinante y es posible: ¡gracias a las artes!
Belleza orquestada por la emperatriz del Sacro Imperio Romano
Como comprobarás en la imagen que protagoniza esta crónica, descubro que los perros nunca han faltado en la Casa de los Habsburgo. El mejor amigo del hombre fue representado en el retrato familiar de la emperatriz María Teresa I de Austria (1717-1780) por el sueco Martin van Meytens (1756). Sin Eros, visito el Palacio de Hofburg. En esta residencia de invierno, contemplé dicha obra. El copón y la cortina indican que el control del imperio más poderoso de aquella época recaía sobre la emperatriz.
Me atraen los perros jugando. En cuanto a la descendencia, me intereso por las ochos hijas de los monarcas. Ellas recibieron clases de música, uno de sus profesores fue el compositor Christoph Willibald Glück. Cojo el iPhone y los auriculares, busco en mi play list de Spotify. Elijo Iphigénie en Tauride dirigida por Riccardo Mutti. Con Glück este bellísimo palacio se llena de vida. Me imagino el invierno imperial. Seguridad me abre una ventana para que mire el patio interior. Como le sucede a Orfeo en dicha ópera, me maravilla la pureza del aire que entra a esta estancia. Seguiría deleitándome con la belleza creada por la emperatriz del Sacro Imperio Romano pero debo regresar al mundo de los vivos.
Me reencuentro con mi protegido, Eros me recibe con saltos y lametazos. Qué haría yo sin él. Entramos al emblemático Café Sacher. El próximo jueves te contaré el final de este día tan emocionante y el comienzo de otro en el Tirol.
- La emperatriz Sissi con uno de sus perros.
- Sissi con uno de los perros de su casa en Hungria.
- Espejos móviles facilitan la contemplación del fresco de la Sala de los Gigantes.
- Retratos familiares en la Sala de los Gigantes.
- Comedor con la mesa puesta para los dulces, los austriacos son los reyes de la repostería. A la derecha, retrato de la familia imperial en compañia de uno de sus perros.
- Cuadro de Diana la cazadora.
- Perros a los pies de Diana.
- Una de las habitaciones de Sissi.
- Isabel Amalia Eugenia Duquesa de Baviera, más conocida como Sissi, fue emperatriz de Austria y reina consorte de Hungría, entre otros muchos títulos inherentes a la Casa de Habsburgo-Lorena.
- El damasco rosa viste una de las habitaciones de Sissi.
- Retrato familiar de la emperatriz María Teresa I de Austria, obra de Martin van Meytens.
- Patio del Palacio Imperial.
- Perros en el retrato familiar de la emperatriz María Teresa I de Austria, obra Martin van Meytens.
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