Emoción al volante del Maserati GranCabrio Sport en la Costa Atlántica.
La perfección absoluta es lo único que templa mi emoción. Hospedado en el Oitavos, tuve la suerte de probar el nuevo descapotable de Maserati. Qué silueta, aerodinámica, expresa un aire de agresividad irresistible, es azul ultramar y su tapicería granate, el tridente es su sello de identidad; Pininfarina firma el diseño de este coche de la casa legendaria italiana. Se trata del sensual Maserati GranCabrio Sport.
Me puse al volante. Aumentaron las palpitaciones. Miré a Eros, sentí la oxitocina más que nunca. Él fue sentado con su cinturón de seguridad —me gusta el coche nuevo de Papá, así de contento lo vi a Eros; él está convencido de que soy poderoso—. El sonido del motor del Maserati es música, ruge. Me hice uno con el. Es caprichoso, como el duende del fado. Me emocioné, algo parecido me ocurre cuando escucho «Meu fado meu» interpretada por el dúo, Mariza y Miguel Poveda. Con una vitalidad difícil de igualar, redibujamos el perfil de la costa de Cascais. Desde el impresionante descapotable, contemplé la Torre de Belém.
Me acerqué hasta el helipuerto de Lisboa, tenía un vuelo programado (no me subí). Estas experiencias son atractivas pero, descubrí que los perros no pueden volar en helicóptero, el ruido es demasiado fuerte y no existe protección para sus oídos (lisbonhelicopters.com). Qué tarde inolvidable, aun me quedó tiempo para seguir disfrutando del día en el hotel The Oitavos, haz clic aquí y no te pierdas nuestros días azules.
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