Volver es sentir aprecio. Y el estilo de vida que brinda Oitavos resulta irresistible. Aquí el azul y el oxígeno puro motivan una estancia deportiva y reconfortante. Acompáñanos a celebrar la vida por todo lo alto.
Vestí de azul, en honor a la paleta de colores del destino elegido. Después de una hora de vuelo, aterrizamos en Lisboa y, en algo menos, accedimos con un coche a Cascais. A la salida, en dirección a la playa de Guincho, el transfer se desvió a la derecha. Subimos por una cuesta y entramos en Quinta do Marinha, el dominio de la familia Champalimaud en el Parque Natural Sintra-Cascais.
Lujo inmerso en el paisaje
Entramos al lobby, diáfano y luminoso. Todo el Oitavos es transparente, es el primer hotel donde me he sentí dentro del paisaje. Sonaba Tiago Bettencourt. En el largo mostrador, un bouquet inmenso y una atención estupenda; tiene un equipo de recepción importante. Así recordaba esta casa —la primera vez que vinimos fue en mayo de 2015, haz clic aquí— . El hotel estaba lleno de golfistas de todo el mundo —durante esta visita, se celebró el Golf Corporate; fue en junio de 2016—.
Con ganas, abrí mi puerta; nos dieron la suite 249 (64 m2). Estuvimos en la cara Sureste de la gran “Y” que forma el edificio, el más moderno de la costa. Entramos, todo tiene ese tono azul celeste que me enamoró la primera vez que lo visité. Rica amplitud y ultra luminosa, los ventanales van del suelo al techo. Decora el espacio la belleza del entorno. Olía a pino y a mar, pienso que Eros registró hasta el perfume de las flores que había en las dunas (HD desde 244 €).
- Escultura de la rotonda de acceso al hotel, es de José Anahory.
- Pasarela que recorre el lobby.
- Amenities de AROMATHERAPY ASSOCIATES; todo un fenómeno en el mundo de la belleza.
- Simplicidad y comodidad máxima.
- Lámpara de mi cuarto; estilo orgánico, en sintonía con la obra escultórica del arquitecto que ideó el hotel.
- Escritorio que no dudé en utilizar para escribir mis notas de este segundo viaje.
- Lámpara de pie de mi habitación, esta parece una crisálida.
- Una bañera para no salir de ella.
Uno de los mejores campos de golf del mundo
Solo oía la brisa del Océano y el canto de golondrinas, gorriones y del pega-azul. Este destino me emociona. Paseamos alrededor del campo de golf, el más grande de Portugal; ocupa la posición 58 en la prestigiosa lista Top 100 de “Golf Magazine”. En sus 200 hectáreas hay un sendero, entre pinos, muy agradable. Me apetecía mucho hacer este paseo con Eros, a él le encanta, hay piñas para destruir; controlé que no se las comiera, causan daños muy importantes en el organismo. De regreso, jugué un rato al billar y a las damas; Eros me acompañó.
- Lado izquierdo de la «Y» que forma el edificio ideado por José Anahory, arquitecto, escultor y pintor.
- Sendero junto al campo de golf.
- Detalles del campo, que ha sido diseñado por Arthur Hills.
- Casas privadas que se ven a lo largo del paseo.
- Morder piñas tiene su riesgo, hay que vigilarlos o prohibirselas.
- Paisaje del Parque Natural Sintra- Cascais y la sutil presencia del hotel The Oitavos.
- Damas elegantes, veraniegas, y mi fular favorito de SCARF OF THE WORLD.
Mesa orquestada por Zeus, el dios de los mares
En mi mesa del Atlántico Pool Bar degusté una cocina saludable y riquísima —digna del Olimpo—. Eros descansó a la sombra. Con una copa de champagne, miré, escuché y sentí el encanto de la costa atlántica. Me tenté con un ceviche, ostras del río Formosa y un pescado del día (de esta misma costa). Me fascinó todo. Para culminar, pasteles de nata (pastéis de nata) recién horneados; los hizo el sous-chef Joaquim de Sousa, uno de los más reconocidos chefs de Portugal. Acompañé estas preciosidades con un café Delta Diamond, el más rico del país vecino.
- Ceviche memorable.
- Ostras del río Formosa y champagne, un capricho très chic.
- Pescado del día con arroz.
- Mi primer momento dulce fue de chocolate y parecía una obra de arte.
- Vaqueros DIESEL cinturón LOEWE camisa MASSIMO DUTTI zapatos GEOX reloj MONTBLANC correa y arnés MASCOBOUTIQUE.
- Eros parece estar haciendo la meditación del sol mientras yo duermo la siesta.
Al atardecer, no hace calor. En la piscina, tengo tumbonas para elegir. Me doy un baño, el agua es marina y está climatizada. Sumergido en este mundo azul, desconecto —al parecer, cuento con el beneplácito de Zeus—.
Esto recién empieza, en este segundo viaje, viviré con Eros más planes emocionantes. Te los adelanto, nos verás pasear en Maserati, con caballos lusos, practicando senderismo, navegando, con surferos… Y Eros hará un nuevo amigo de su raza. En fin, la próxima semana te acercaré, más aún si cabe, del charm de la Costa Atlántica.
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