El 7 de marzo sale a la venta un libro que alterará a la industria alimentaria. Christophe Brusset, su autor, acerca la realidad de ese negocio y recapacitar en la elección de lo que queremos en nuestro plato puede cambiar una realidad escalofriante.
Carne de caballo vendida como carne de buey, té verde chino rico en pesticidas, azafrán español que en realidad es iraní, mermelada de fresa sin fresas, guindilla india aderezada con excrementos de ratón, leche infantil al toque de melamina… Bienvenidos al lado oscuro de la industria alimentaria, en el que las regulaciones se estiran hasta el límite para ampliar el margen de beneficio, incluso a cambio de poner en riesgo la salud de los consumidores.
Desde las bambalinas de una industria cada vez más global, Christophe Brusset, directivo de grandes grupos de alimentación durante más de dos décadas —en las que fue cómplice y testigo de muchas de estas prácticas—, rompe con este libro la ley del silencio que impera en un sector en el que el fraude, a menudo, es la norma, y convierte al lector en espectador privilegiado de la que parece ser una competición planetaria para suministrar materias primas cada vez más baratas, en medio de la más absoluta impunidad.
Seamos francos y directos: lo único que les interesa de ti a los industriales, al igual que a las cadenas de grandes superficies, es tu dinero, no tu felicidad ni tu salud. Recuérdalo siempre. Así que no confíes en nadie, mantente atento y, sobre todo, ¡sé exigente! Eres tú quien, frente a los estantes de las tiendas, decide comprar o no lo que le presentan. Utiliza ese poder para lograr cambiar las cosas. Christophe Brusset
Pienso en los animales, en su sufrimiento, y no quiero ver en mi plato un muerto. Ahora que estamos en Argentina, he vuelto a dejar de comer carne y me siento: ¡muy bien! En España llevo años consumiendo alimentos bio, uno de mis planes preferidos es ir de compras por los herbolarios, almacenes como Kiki Market, la farmacia de la calle Bailén —sitios donde me dejan entrar con Eros— y, sin él, voy a los mercados, mis preferidos son el de Barceló y la Cebada, allí me hago con productos frescos. En Argentina aún hay muy poca oferta de alimentos de calidad pero algo encuentro, es un fastidio que los precios sean más elevados que los de España. No me cabe duda de que, ¡Cómo puedes comer eso! dará que hablar y motivará más cambios en el consumo.
Si se entiende que los países asiáticos no utilizan la misma legislación que el resto de la Comunidad Económica Europea pues si quisieran solucionarlo había dos formas muy sencillas y es que no se pudiera importar absolutamente nada que no cumpliera con los requisitos mínimos exigibles y seguro que ya cambiaba el tema así como su poder de crecimiento ya que al no tenerse que acoger a ninguna norma, se enriquecen con la anarquía del consumo
Es muy triste pensar que somos puro mercadeo comercial, interesa que estemos enfermos , pero no demasiado, que comamos, pero no demasiado, que consumamos ,pero no demasiado,..todo con control…..y así podremos seguir siendo parte de la cadena de existencia.