En Alàbriga viví con Eros días de lujo sin límites. Mis cinco sentidos sucumbieron ante el repertorio mediterráneo del hotel más exclusivo de la región.
Después de un masaje en el Spa, desayuné como un rey en nuestra home suite Grand Club del hotel Alàbriga. Recorrimos S’Agaró. Casas viejas de indianos, un par abandonadas y otras habitadas, hacen más bonita la bahía. En la playa Sant Pol, las tiendas o casetas de madera, pintadas de colores, estaban vacías pero, ahora que estamos en verano, seguramente estarán abriéndose y cerrándose. Eros enloqueció de alegría oliendo el mar y corriendo. El único restaurante de la playa es la Taverna del Mar (menú del día, 25 €). A través del Cami de Ronda encontré algún dispensador de bolsas —estaban vacíos—. Este sendero se eleva sobre el mar, bordea la costa, está muy bien hecho y conservado.
A la hora prevista, un chofer pasó a recogernos para llevarnos de regreso al Alàbriga. Teníamos una comida en el restaurante Terra con Margarita Alijeva, la directora del hotel. En la mesa, no faltó el Dom Perignon, los frutos del mar, acompañados por dosis de clorofila fresca, y un sabroso arroz negro con langosta. De postre, pequeñas sorpresas realizadas por el pastelero Mario Ubieto. En Terra (menú degustación, 65- 85€) y en su Sea Club (50€) se come excelente, al frente de la cocina está Abraham Artigas.
Un coche nos esperaba en la puerta del hotel para llevarnos a visitar una bodega impresionante. No puedes perderte la experiencia, te la contaré en el próximo post.
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