Volamos en un reactor de última generación hasta Menorca, que para mi es, la isla del amor. Nuestro viaje fue increíble, vivimos unas vacaciones soñadas. Algo te puedo ir contando.
Desde Madrid, volamos hasta Mahón con un Bombardier CRJ1000 de Air Nostrum; la aerolínea regional de referencia en el sur de Europa y adherida al Código Ético del Turismo. Cogí la mano de mi nuevo amor en la cabina de Business. Eros iba cómodo en su transportín. El preludio no podía ser más apasionante.
Después de 1 hora y 11 minutos de vuelo, donde tampoco me perdí la revista de abordo (descargarla aquí), respiramos Mediterráneo. Menorca forma parte de mi juventud, allí pasé veranos inolvidables. Esta vez, volví enamorado. Ahora Menorca se ha convertido en mi ‘isla del amor’.
Cogimos un coche de alquiler y pusimos rumbo a Santo Tomás. Nos alojamos en el hotel Sol Beach House, el único a pie de playa y dog friendly. Aunque el destino no es precisamente dog friendly, nosotros nunca tuvimos problemas.
Desde nuestra habitación daban ganas de tirarse al mar. Con antelación, me encargué de tener el cuarto que quería (205). Para estar más cómodos, las nueve noches que nos hospedamos, pedí que retiraran muebles, televisión y que pusieran almohadas de viscoelástica. Eros tenía una cama (pequeña y muy sencilla), bowls y un juguete (suplemento mascota, 30 € por noche).
Nos sumergimos en las aguas transparentes de Santo Tomás y Binigaus, hicimos carreras con Eros y nos besamos hasta el atardecer. Esto es todo por hoy.
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